sábado, 27 de mayo de 2017

LOS INGLESES Y LA INDIA

La llegada de la East India Trading Company
Cuando Inglaterra incorporó la India a sus posesiones se transformó en el imperio más vasto de la historia, mucho más extenso que la Roma imperial, pero también más efímero. La conquista de la India no fue una aventura de pocos meses ni se logró mediante importantes batallas, pero podemos ponerle una fecha de inicio: la tarde de un 24 de septiembre de 1599.

Todo comenzó con un episodio de muy escasa trascendencia cuando ese día se reunió un puñado de comerciantes en Londres. Estaban preocupados e indignados, porque Holanda, que por entonces manejaba el mercado de la pimienta, había aumentado en una libra esterlina el valor de esta especia, muy apreciada en las mesas inglesas.

Decidieron formar una empresa que se llamó East India Trading Company, consiguieron un préstamo que les otorgó la reina Isabel I y ocho meses más tarde el Hércules, un galeón de quinientas toneladas, recaló en el pequeño puerto de Surat, al norte de Bombay. Era el 24 de agosto de 1600 y tanto los comerciantes ingleses como los hindúes ni remotamente se imaginaron que se iniciaba la conquista de uno de los territorios más vastos y el más poblado del planeta.
                                         Escudo de la Compañía

William Hawkins, el capitán del Hércules, un avezado marino, muy aventurero, hábil diplomático y poco escrupuloso, digamos casi un pirata, se entrevistó con el Gran Mogol que gobernaba un estado turco islámico del continente indio. Jehangir, que así se llamaba el hombre más rico y poderoso del mundo, a cuyo lado la reina Isabel se reducía a la soberana de un pequeño feudo, quedó embelesado ante la habilidad diplomática del inglés, que además dominaba el idioma turco. Le autorizó a la compañía para que abriera varias sucursales y hasta le cedió a Hawkins, la muchacha más hermosa de su harén.

                           El emperador Jehangir

Muy pronto en los muelles del Támesis empezaron a llegar con regularidad mensual dos navíos cargados de pimienta, caucho, azúcar, seda y algodón y regresaban a la India con las bodegas abarrotadas de productos manufacturados. La compañía fue adquiriendo enorme poder económico y pese a que llegó con la consigna de “Trade not territory”: comercio sin objetivo territorial, el desarrollo de los negocios, llevó a sus agentes a intervenir necesariamente en los conflictos locales.

Una conquista subrepticia
Lentamente, casi sin quererlo, el territorio que poseía la compañía se fue expandiendo y comenzó a poseer fuerza militar propia que creció en forma considerable cuando Francia también empezó a interesarse en sacar tajada de aquel fascinante mundo. La Compañía que ya contaba con un verdadero ejército, derrotó a las fuerzas francesas en diversos enfrentamientos que finalmente abandonaron sus pretensiones sobre la India y dejó a Inglaterra en completa libertad de acción.

                           General Robert Clive

A mediados de 1757 el general Robert Clive, al frente de un batallón de infantería y con apoyo de cipayos indígenas, bajo la lluvia torrencial del monzón, liquidó a las fuerzas de un turbulento sultán en los arrozales de Bengala. Esta victoria le abrió a la Compañía toda la India del norte y los puertos del este.


En 1858, el Parlamento inglés puso fin a la Compañía y dio origen al virreinato. A partir de ese momento la joven Reina Victoria se transformó en Emperatriz de la India incorporando a Gran Bretaña trescientos millones de hindúes, que por entonces significaban la quinta parte de la humanidad. A comienzos del siglo XX sesenta mil soldados británicos y doscientos mil soldados indígenas, tenían bajo su control toda la India. Se multiplicaron los típicos clubes donde comerciantes, militares, recaudadores de impuestos e ingenieros del ferrocarril, trasplantaron el microclima londinense, con sus reuniones de gala, sus deportes y sus juegos preferidos, regados con abundante whiskey. Existía la profunda convicción entre todos esos súbditos de su Graciosa Majestad, de que pertenecían a una raza que Dios había elegido para gobernar y someter.

El aislamiento respecto de la población nativa era total, pese a lo cual lograron imponer en todo el país el idioma inglés, que permitió que los hindúes lograran comunicaran entre sí ya que tenían más de 30 lenguas en una verdadera Babel de incomunicación.

La ventaja del idioma fue aprovechada por muchos hindúes de clases más pudientes, que por ser miembros del imperio tenían derecho a ingresar en las universidades inglesas. De ellas egresaron como abogados los hombres que liderarían los movimientos independentistas, siendo los dos más importantes Sri Pandit Jawaharlal Nehru y Mahatma Gandhi.


                          Sri Pandit Jawaharlal Nehru y Mahatma Gandhi.

Los ingleses pierden el control de la colonia
A medida que avanzaba el siglo XX la colonia se iba transformando en un volcán, el movimiento nacionalista encabezado por Gandhi que impuso el método de la resistencia pasiva y la no violencia, puso en jaque al poder británico, por entonces la mayor potencia mundial. Hizo que millones de hindúes utilizaran la primitiva rueca para confeccionar sus propias ropas contra la importación de las telas inglesas, produciendo un duro golpe a la industria textil inglesa.

La otra acción que trascendió las fronteras, y más tarde inspiró a Martin Luther King, fue la marcha de la sal. Como una forma más de dominio, los ingleses, al ocupar el territorio hindú se apropiaron de la producción de sal que hasta ese momento era un acto libre del pueblo. Después de un recorrido a pie de 300 kilómetros, Gandhi llegó el 5 de abril de 1930 a la costa del océano Índico. Avanzó dentro del agua y recogió entre sus manos un poco de sal. Mediante este gesto sencillo, pero altamente simbólico, alentó a sus compatriotas a violar el monopolio impuesto por el gobierno británico sobre la producción y distribución de sal.


                          Gandhi encabeza la gigantesca marcha de la sal

Pero sin duda el problema más grave con el que se enfrentaban las fuerzas inglesas era el antagonismo irreconciliable que existía entre los trescientos millones de hindúes y los cien millones de musulmanes. Estos últimos exigían que Gran Bretaña desgarrase la unidad del país para otorgarles un territorio propio.

Si bien ambas etnias convivían en una misma ciudad y comerciaban entre sí, vivían en barrios separados y con profundas diferencias religiosas y de modo de vida. Por dar un solo ejemplo, los musulmanes no soportaban que con la escasez de alimentos hubiera millones de vacas desplazándose por las calles, merodeando los puestos de comida sin que se las pudiera ahuyentar y menos matarlas para comer. Además, el Islam representaba una fraternidad de creyentes, mientras que el sistema de castas y subcastas de los hindúes era interminable y divisionista.

Cualquier hecho trivial despertaba una estampida de odio que dejaba decenas de muertos y heridos. Los episodios se venían repitiendo en todo el territorio con frecuencia alarmante. El virrey mariscal Archibal Wavell, era consciente de la inminente amenaza de una devastadora guerra civil, sabía que sus fuerzas no podrían controlarla y que la única solución era darle a la India su independencia. El factor disparador fue la masacre de Calcuta, una metrópoli con fuerte reputación de salvajismo y de violencia. El 16 de agosto de 1946, hordas de musulmanes enardecidos blandiendo barras de hierro, porras, hachas y picos, asesinaron implacablemente a todos los hindúes que encontraban y quemaron sus bienes y hogares. Pocas horas después, los hindúes hicieron lo mismo sin que la policía aterrada intentara frenarlos. Después de 24 horas las calles de varios barrios de Calcuta estaban cubiertas de cadáveres, sobrevoladas por mies de buitres que se hartaron de comer carne humana.

Wavell no esperó más, se trasladó a Londres y expuso la situación ante el Parlamento. Winston Churchill fue el único que se opuso a la independencia de la colonia y sostuvo que Gran Bretaña no podía claudicar ante “ese faquir medio desnudo”, en referencia a Gandhi. Se negaba a aceptar que el tal faquir tenía el poder de movilizar a toda la India y que se había convertido en el líder de masas más grande en toda la historia de la humanidad. Para Churchill, la independencia de la India significaba un golpe atroz para el imperio. Ignorando este vaticino, la Cámara de los Comunes votó por aplastante mayoría el final del reinado de Gran Bretaña sobre la India.

Un piloto de tormentas
El Primer Ministro Clement Attlee, convocó al hombre que según su criterio, era el más capacitado para asumir como virrey e iniciar los mecanismos que le permitieran a la India la mejor transición posible hacia la independencia. El almirante y lord Louis Francis Mountbatten provenía de una dinastía que se remontaba a Carlomagno y en su árbol genealógico abundaban reyes, káiseres y zares y como si esto no bastara, también era el nieto de la Reina Victoria.

                   Almirante Lord Louis Francis Mountbatten

Pero no era por su linaje que Attlee lo convocaba, sino por su habilidad como político, diplomático y militar. Durante la Segunda Guerra Mundial sobresalió en operaciones de mar y especialmente en tierra donde con el cargo de comandante supremo interaliado en el Sudeste asiático condujo a un ejército desalentado y desorganizado a lograr la victoria terrestre más grande contra los japoneses.

En cuanto arribó a Nueva Delhi donde se encontraba el palacio de los virreyes, que no tenía nada que envidiarle a Versailles o al Kremlin, Mountbatten fue coronado como el vigésimo virrey de la India. La pompa y la gala no le mejoraron el ánimo que traía desde que lo designaron en ese cargo, era consciente de que tenía por delante una tarea hercúlea. Pronto la realidad le demostraría que sería mucho peor de lo que imaginaba.

Lo primero que hizo Mountbatten fue romper con todos los protocolos y sobre todo abandonar el aislamiento que durante siglos separó a los virreyes del resto de la población local. A partir de su asunción, todas las reuniones políticas o sociales en el palacio, contarían con un porcentaje de hindúes similar al de ingleses. Visitó a Nehru en su modesta residencia de Nueva Delhi y lo conquistó con su sencillez y habilidad diplomática. Nehru dejó sentado en sus Memorias que “volvía a encontrar en Mountbatten y su mujer a la Inglaterra acogedora y liberal de su juventud de estudiante”.

Mountbatten también tuvo entrevistas con Gandhi que compartía con Nehru la idea de independizar a la India sin fragmentarla, pero al intentar dialogar con Mohammed Ali Jinnah, el líder de la Liga Musulmana, se encontró ante un obstáculo infranqueable. Jinnah tenía la sólida convicción de que los musulmanes jamás recibirían un trato equitativo en una India gobernada por un partido con predominio hindú.


                                                  Mohammed Ali Jinnah

Pese a su larga experiencia diplomática y numerosas reuniones de horas interminables, Mountbatten no logró que el líder musulmán cediera un ápice. Para él había dos territorios con fuerte minoría musulmana que no debían formar parte de la India, uno era la provincia norte llamada Punyab, tan vasto como la mitad de Francia y el otro era la provincia de Bengala en la parte noreste del territorio. Jinnah insistió, hasta quebrar la voluntad de Mountbatten, de que ambas provincias debían dividirse en dos, una parte sería conservada por la India y la otra por el futuro Pakistán. Se producía el absurdo geográfico de que ambos territorios que pasarían a ser Pakistán estaban separados entre sí por una distancia de 1500 kilómetros.

Mañana, la libertad
Esta frase repetida por millones de bocas de hindúes y musulmanes iba a estallar el 15 de agosto de 1947, Mountbatten, ante lo insostenible de la situación había adelantado la fecha considerablemente.

La noche anterior comenzaron las matanzas por ambas partes, los trenes que partían cargados de musulmanes hacia el territorio pakistaní eran interceptados en el camino e invadidos por hordas de sikhs. Cuando el tren finalmente llegaba a destino los familiares y autoridades musulmanas que los esperaban, vieron que nadie descendía de los vagones y solo encontraron pilas de cadáveres, muchos de ellos mutilados, mientras que ríos de sangre descendían por las puertas. En forma inversa se producía la misma carnicería con los hindúes que querían trasladarse hacia la India. La meticulosa organización que constituía el orgullo de la red ferroviaria inglesa en el país fue barrida por completo.
Templos sagrados hindúes que quedaron en territorio musulmán fueron incendiados y la misma reciprocidad se les dio las mezquitas musulmanas en la zona hindú. En Calcuta, gracias a Gandhi, quién con su sola presencia tenía más poder que todo un ejército, las masacres no pasaron a mayores.

La partición además produjo cataclismos económicos, se había trazado la frontera asignando a los indios la mayoría hindú y a los pakistaníes la de mayoría musulmana, si bien en el mapa parecía aceptable en la realidad fue un desastre. En Bengala la partición condujo a la ruina económica porque el 85% del yute mundial crecía en la zona asignada a Pakistán, pero las fábricas que lo procesaban estaban en zona hindú que carecía de yute. Canales de riego tenían sus compuertas de alimentación en un país y su red de distribución en el otro. A estas calamidades había que agregarle una feroz orgía de violaciones a mujeres de ambas etnias.

Cuando despuntó el amanecer en el día de la independencia comenzó la más grande migración en la historia de la Humanidad. Campesinos analfabetos que ni sabían que la India se había independizado debieron abandonar presurosamente las tierras que cultivaron durante generaciones para trasladarse con solo lo puesto a un nuevo territorio donde vagarían por las calles en calidad de mendigos.

Las caravanas que se desplazaban por los caminos en direcciones opuestas oscilaban entre cien mil y ochocientas mil personas y cubrían decenas de quilómetros. Con los ojos y las gargantas quemados por el polvo, abrasadas las plantas de los pies, torturados por el hambre y la sed y envueltos en un asfixiante olor a orina y excrementos, parecían autómatas que se arrastraban penosamente, dejando un reguero de muertos. Miles de ancianos, mujeres y niños caían extenuados, dejándose pisotear por la marea humana que seguía avanzando o se sentaban a la vera del camino esperando la muerte. Un oficial inglés anotó en su diario que los buitres habían engordado tanto que no podían levantar vuelo y los perros salvajes se habían vuelto exigentes y solo devoraban los hígados de sus víctimas.

Hubo gestos de altruismo por ambas partes que marcaban islotes blancos en una marea negra de tragedia. Quien más se destacó por su humanidad y ayuda fue Edwina, la esposa de Mountbatten. Incansablemente recorrió los campos de refugiados mezclándose con la gente sus olores y sus excrementos, ofreciendo todo tipo de ayuda.

Como si todas estas penurias no fueran suficientes, se desató el tardío monzón con una violencia como no la había conocido la India desde hacía medio siglo. Los cinco ríos del Penjab se desbordaron y miles de migrantes quedaron sepultados bajo sus aguas. Nunca se sabrá el número de muertos que se produjo durante esos meses de 1947, pero las estimaciones más sombrías hablan de uno a dos millones.

Para los supervivientes, el largo y doloroso período de reubicación duraría años y dejaría amargos recuerdos a toda una generación. En la zona de Cachemira los conflictos territoriales entre Pakistán y la India desataron guerras y escaramuzas que persisten hasta la actualidad.

El odio entre hindúes y musulmanes es irracional y muestra una faceta de la mente humana que no evolucionó a lo largo de millones de años y que las religiones, son más un factor de discordia que de unidad.

Dominique Lapierre y Larry Collins. Esta noche la libertad. Emecé, Buenos Aires 1978.
India. Encyclopaedia Britannica. Macropedia.
Gandhi. Macropedia, tomo 19. Encyclopaedia Britannica, Chicago 1995.


sábado, 20 de mayo de 2017

EL NIETO PINTOR DE SIGMUND

Lucian Freud era un personaje con tres características singulares que lo destacan del común de la gente: ser el nieto de Sigmund Freud, haber adquirido un estilo distinto y personal volcado exclusivamente a pintar seres humanos, especialmente sus rostros en forma perturbadora e inquietante. Finalmente, la tercera característica es haber sido el artista viviente cuyas obras alcanzaron las más altas cotizaciones en el mercado del arte.


                                     Autorretrato. Colección privada

Lucian nació en Berlín en 1922, pero en 1933 emigró junto con su familia a Londres, porque sus padres que eran judíos tuvieron la premonición de que el régimen que acababa de instaurarse en Alemania era siniestro y presagiaba un futuro inmediato sombrío.

Desde muy joven su vocación fue la de ser pintor y estudió en buenas escuelas de donde egresó desarrollando una técnica algo lavada e impersonal. Hasta aquí nos encontramos con uno más de los miles de artistas que pretenden, sin mayores resultados, hacer de su arte no solo un medio de vida redituable, sino poder alcanzar la fama y la posteridad.

La cosa cambió, según lo relata el escritor Juan Forn, cuando a Lucian, quien a los veinte años trabajaba en una galería de arte, sus patrones le encomendaron trasladar una pintura de Picasso a un sitio más seguro para preservarla de los bombardeos de la aviación alemana que se ensañaba sobre Londres. Durante el viaje en tren Lucian puso el Picasso en el asiento frente al suyo y quedó extasiado contemplándolo a tal punto que se pasó de estación. Se trataba de uno de los más de 10 retratos que el pintor malagueño dedicó a Dora Maar, una de sus amantes, antes de abandonarla.

Al día siguiente, Lucian tuvo oportunidad de conocer a Francis Bacon quien por entonces se encontraba en Londres. Tanto Picasso como Bacon, con su estilo cubista el primero y con el neofigurativo, el segundo, distorsionaban los rostros de sus modelos hasta volverlos irreconocibles. Lucian quedó impactado con sus técnicas, pero no los imitó, decidió crear su propio estilo. Él no cambiaría la fisonomía de los personajes que en sus telas resultan fácilmente identificables, decidió que les desnudaría sus sentimientos. Podemos especular que aquí influyó la herencia genética de su abuelo Sigmund.

Lucian parece trasladar al lienzo el pensamiento freudiano, buscando descubrir lo que se esconde detrás de cada rostro. “Lo importante –sostenía– no es reproducir simplemente a quien me sirve de modelo. Pinto todo lo que siento sobre él, todo lo que pienso sobre él, todo lo que pongo en él cuando lo pinto”.


                   Tres rostros, el primero de la izquierda es el de la Reina Isabel II

Las obras de Lucian reflejan su propia vida y su propio entorno. Para él, “todo es autobiográfico y cualquier cosa es un retrato”. Por eso, se niega a trabajar con modelos profesionales para quienes la desnudez es una simple herramienta de trabajo. Sus modelos –sean amigos o conocidos ocasionales, hijos o nietos, amantes o colegas– entregan en forma resignada la intimidad de sus cuerpos para que él descubra en ellos sus personalidades y sus estados de ánimo.

Lucian no pinta la belleza de esos cuerpos. Sus retratos son perturbadores e inquietantes. Muestran al ser humano desprotegido, muchas veces en posiciones obscenas, exhibiendo los genitales y refugiados en sofás o habitaciones que parecen tristes decorados.

Quien se detenga a observar los numerosos retratos de personas, observará que no hay un solo rostro alegre, no esbozan sonrisas, por el contrario parecen tristes o sumergidos en profundas meditaciones. Sus propios autorretratos, que son numerosos, no eluden estos rasgos sombríos.


                                Mujer con perro blanco. Tate Galery, Londres.

Cualquier defecto físico que tuviera el modelo, Lucian lo exageraba en forma despiadada. El ejemplo más conocido y que suscitó la crítica de la nobleza inglesa es el retrato de Andrew Parker Bowles, el primer esposo de Camilla, actual duquesa de Cornwall y cónyuge del príncipe Carlos Parker Bowles se encuentra sentado vistiendo su uniforme de oficial del ejército, con el pecho cubierto de medallas pero con el saco desprendido del que sobresale un abultado abdomen. Ninguno de estos detalles impidió que en la subasta que hizo Christie en Nueva York en noviembre de 2015, el cuadro se rematara en 35 millones de dólares.

                          Andrew Parker Bowles. Colección privada

Lucían era muy trabajador, pintaba los siete días de la semana y agotaba la paciencia de sus modelos en decenas de sesiones. Por su estudio pasaron desde pequeños comerciantes anónimos hasta pares del reino, desde conocidos gángsters hasta duquesas excéntricas y como era un sexópata posaron ante su paleta, incontables amantes, sus esposas, que fueron varias y cuando tenía tiempo, retrataba a sus numerosos hijos, que era el único momento que estos tenían para estar con el padre. Cuando podía los desnudaba y cuando no lo lograba, se detenía en sus rostros, siempre buscando sus personalidades.

Otro componentes en la obra de Lucian, es un detallismo tenaz sobre cualquier elemento que rodee al personaje, la ropa, el bozal de la mascota que lo acompaña o la colcha con sus arrugas sobre la que yace el/la modelo.

Lucian era muy económico con los colores, detestaba los tonos vivos y tanto sus personajes como el ambiente que los rodeaba se caracterizan por tonalidades de escaso contraste. Como lo señalaron algunos detractores, ser retratado por Lucian equivalía a ingresar al panteón de los muertos vivos.

Se dice que fue para mejorarle la paleta, que algunos amigos le presentaron al excéntrico transformista australiano Leigh Bowery. El encuentro fue en el club Taboo, una creación del propio Bowery que rompía con todas las convenciones, fundamentalmente las sexuales, donde corrían drogas como el ecstasy y el comportamiento era de total descontrol.

La característica más destacada de Bowery era el uso de maquillaje, ropa y pelucas totalmente kitsch, que despertaban la curiosidad, el rechazo y el asombro en algunos y una atracción morbosa en otros. Esto sumado a que medía un metro noventa y pesaba ciento diez kilos, lo tornaba grotesco.

Bowery sabía de la existencia de Lucian, sentía por él respeto y admiración y le pidió que lo pintara, solicitud que encantó al artista quien en una ocasión confesó que le gustaban los personajes estrafalarios. Cuando Bowery ingresó al atelier del artista, en forma espontánea se quitó toda la ropa y a cara lavada y cuerpo desnudo se ofreció a la paleta del pintor. Pintar a este modelo le llevó a Lucian un tiempo considerable porque no se le ocurrió mejor idea que plasmar en tamaño natural a semejante Moby Dick.  


                                 Leigh Bowery. Smitsonian Institution

En los ocho años siguientes Lucian hizo diez cuadros de Bowery, en óleos que a veces alcanzan los tres metros de altura y cuando solo pintaba la cabeza también lo hacía en tamaño gigantesco usando telas de un metro cuadrado de superficie.

En la presente y limitada biografía que hago del pintor, se hizo necesario incluir a este singular personaje no solo por el número de cuadros que dedicó a su modelo, sino porque Bowery logró con su presencia en las inauguraciones de las muestras de Lucian, acrecentar aún más su fama. Además, antes de morir de sida en 1994, lo convenció de tener un marchand.

Lucian Freud falleció el 29 de julio de 2011 a la edad de 89 años. Todos los diarios del mundo informaron su obituario, no en balde está considerado uno de los mejores pintores británicos del siglo XX y entre los figurativos más originales y poderosos de la época. Y el dato adicional: fue el artista viviente más cotizado en el mercado del arte.

Juan Forn. Freud encuentra a Buda. Los Viernes, tomo 3. Emecé, Buenos Aires 2016.
María Cristina Melgar y colaboradores. Cuerpos pintados por Freud. Página 12, 04/08/2011.
Francisco Calvo Serraller. Fallece Lucian Freud, el pintor de los desnudos carnales. El País 21/07/2011.
Catherine Lampert. Lucian Freud obituary. The Guardian 22/07/2011.

Lucien Freud portrait of Camilla’s ex-husband sells for nearly $35 m. The Guardian, 11/11/2015.

viernes, 12 de mayo de 2017

CHARLOTTE CORDAY, DAVID Y MARAT


Jean-Paul Marat

                                     Jean-Paul Marat (1743-1793)

El Museo Real de Bellas Artes de Bruselas exhibe uno de los cuadros más famosos del siglo XVIII: El asesinato de Marat. La víctima es el extremista jacobino Jean-Paul Marat, un fanático de la Revolución Francesa, decidido a exterminar a través de la guillotina a todo oponente a la gesta revolucionaria. Sufría de una enfermedad de la piel que le producía una picazón que lo atormentaba y que solo calmaba permaneciendo horas enteras sumergido en un baño terapéutico. Para no perder tiempo había instalado un tablero junto a la bañera y desde allí dictaba las órdenes de ejecución de sospechosos y de contrarrevolucionarios. 

Era el período llamado del “terror” y Marat, Danton y Robespierre, constituían el ala más dura del proceso. La cabeza de Luis XVI ya había rodado bajo la guillotina y su esposa, la reina María Antonieta, pronto correría la misma suerte.

                                  Charlotte Corday (1768-1793)

Charlotte Corday es una joven de 25 años de activa participación en los acontecimientos que están cambiando la historia de Francia. Ella es una revolucionaria, pero pertenece al grupo de los girondinos, el ala blanda del movimiento y le horroriza la matanza descontrolada que los jacobinos están cometiendo en nombre de los tres principios de la revolución: libertad, fraternidad, e igualdad.

Para Charlotte, el principal instigador de este baño de sangre es Marat y desde hace un tiempo ha tomado la decisión de asesinarlo, solo espera el momento oportuno y reunir el coraje necesario. El 9 de julio de 1793 deja su vivienda de Caen y se dirige a París, hospedándose en el Hotel de la Providence. Le hace llegar una esquela a Marat pidiéndole que lo reciba, pero no obtiene respuesta. Días después le envía una segunda esquela y sin esperar más se dirige con paso firme a la casa del tribuno. Entre sus senos guarda oculto un cuchillo de punta cortante.

La criada no le permite el acceso, pero los fuertes reclamos de Charlotte son escuchados por Marat que se encuentra en una habitación contigua. Comprende que se trata de la misma mujer que le envió la esquela y ordena que la dejen pasar. Charlotte encuentra a Marat sumergido hasta la mitad del pecho en la bañera y la cabeza cubierta con un turbante. La habitación está escasamente iluminada, pero puede apreciar el rostro desagradable de su víctima quien la mira con su boca inmensa y burlona.

Ella le informa de la situación en Normandía y seguidamente le dicta los nombres de los diputados girondinos refugiados en Caen. Él los escribe y cuando termina le dice: “Muy bien ciudadana, en menos de ocho días irán todos a la guillotina”.
Son las palabras que Charlotte necesita para disipar toda duda. Llena de furia extrae el cuchillo y se lo clava con todas sus fuerzas a pocos centímetros debajo de la clavícula derecha. 

Con la precisión del torero que mata a la bestia clavándole la espada en el lugar exacto, el cuchillo avanza hasta perforar el corazón y la aorta. Marat solo alcanza a llamar a su mucama, una nube le cubre los ojos, la lengua se le traba y muere en forma inmediata. Ella retira el arma y la deja caer sangrante a los pies de la bañera.

Charlotte Corday es detenida y conducida a la prisión más cercana, cuatro días después es condenada a la guillotina y la sentencia se cumple ese mismo día, el 17 de julio de 1793.

La obra


                             Jacques-Louis David (1748-1825)

Jacques-Louis David, es un ferviente revolucionario, amigo y admirador de Marat. También es uno de los mejores pintores de la época y se ofrece a volcar sobre el lienzo, lo que la posteridad conocerá como El asesinato de Marat

Precisamente el día anterior al crimen, lo había visitado y recordaba con la precisión del artista todos los detalles de su amigo en la bañera, el frasco de tinta y lo papeles sobre el tablero, en un entorno monástico por su economía.

El cuadro es sobrio y con muy pocos elementos, admirador de Caravaggio, David aplica su estilo y técnica del tenebrismo, logrando efectos perfectos de luz y oscuridad. Marat yace recostado sobre la bañera, las facciones grotescas de su cara han sido eliminadas. En su lugar, idealiza al amigo, y le pinta un rostro delicado, que no expresa dolor, como si estuviera dormido pacíficamente. El brazo izquierdo sostiene la carta de Charlotte donde puede leerse la fecha del crimen: “13 juillet, 1793”.

El brazo derecho cuelga flácido hasta tocar el suelo y la mano sostiene la pluma con la que estaba escribiendo la lista de futuras víctimas. A su lado se encuentra el cuchillo con la hoja ensangrentada. De la herida en el pecho, apenas mana sangre.


              Asesinato de Marat. Royal Museum of Fine Arts, Bruselas.

El cuadro es presentado 4 meses después en la sala de Convenciones y fue objeto de expresiones de admiración rayanas en lo extravagante. Un crítico exclamó: “el rostro expresa una bondad suprema, un ejemplo del espíritu revolucionario llevado hasta el sacrificio extremo”. Los jacobinos ya tienen su mártir, pero la Revolución comenzó a devorar a sus hijos, Robespierre cayó en desgracia y fue condenado a muerte. David perdió el apoyo de sus amigos y fue hecho prisionero. Milagrosamente se salvó de ser ejecutado porque el día del juicio a Robespierre no asistió a la sesión por sentirse enfermo, pero fue encarcelado en dos oportunidades.

Con el advenimiento de Napoleón, David se convirtió en uno de sus admiradores y el corso lo convocó para que lo pintara. El artista lo inmortalizó de pie junto a su escritorio, señalando el horizonte sobre un caballo blanco parado sobre las patas traseras, y finalmente, en la ceremonia de su auto coronación como emperador, en el momento en que está por depositar la corona sobre la cabeza de su esposa Josefina.

Cuando los borbones retomaron el poder, David volvió a caer en  desgracia y se exilió en Bruselas, llevándose varias de sus obras, entre ellas el Asesinato de Marat. Después de su muerte el cuadro fue rescatado y hoy forma parte de las grandes obras de la pintura.

Jaques-Louis David. The Death of Marat. Neo-Classicism and French Revolution. http://www.bc.edu/bc_org/avp/cas/his/CoreArt/art/neocl_dav_marat.html

Jorge Lucas Álvarez Girardi. Charlotte Corday mata a Marat. La historia narrada a través del arte. 04/07/2013. http://lahistorianarradaatravesdelarte.blogspot.com.ar/2013/07/charlotte-corday-mata-marat.html

Jaques-Louis David. From Wikipedia de Free encyclopedia. https://en.wikipedia.org/wiki/Jacques-Louis_David

El ángel asesino: Charlotte Corday. Mujeres en la Historia, 29/05/2012.


viernes, 5 de mayo de 2017

NO SOLO LA SUPREMA CORTE

Endilgarle a la Suprema Corte de Justicia toda la responsabilidad de la lamentable y repugnante decisión del 2 x 1, es un pensamiento erróneo, o más bien incompleto. Esta Corte no se hubiera atrevido ni por asomo a ejecutar dicha sentencia en los años anteriores. Ahora, la época y el clima que estamos viviendo les son propicios para ser tan permisivos.


Empecemos por Macri quien previo a las elecciones no ocultó su simpatía por la dictadura de 1976 y en esto es consecuente porque cuando empezó el proceso, la dinastía de él y su papi tenía 7 empresas y en 1983, superaba las 40. Quienes no son consecuentes son los que lo votaron y no hablo del gorilaje, consubstanciado con la dictadura. Hablo de los indecisos, los que detestaban a Cristina o simplemente querían un cambio. Sin razonamiento y como autómatas fueron a las urnas y tuvieron el cambio, pero no el que esperaban, muchos perdieron su trabajo, sus empresas se cerraron o los sueldos no les alcanzaron. Con su voto volvimos a la década del 90, porque este plan económico que solo beneficia a los terratenientes, la minería y los que se dedican a la bicicleta financiera, está calcado hasta en las comas del de Martínez de Hoz.

Los que votaron a Macri olvidaron que llegó a decir que “había que terminar con el curro de los derechos humanos”.
Ya en el gobierno, lo primero que hizo Pinocho fue enviar a la Suprema Corte la propuesta de dos jueces adictos salteando al Senado: Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti. 


El primero es hombre de Clarín y aprovecho para señalar que Macri es incondicional con un personaje que es Magnetto y con una institución que es el FMI. En cuanto a Rosatti, se trata de un simpatizante del Opus Dei, que simpatizó con la dictadura y siendo intendente de la ciudad de Santa Fe, protegió al torturador Eduardo Ramos. De todos estos antecedentes, Macri tenía total conocimiento.

El escándalo fue tan grande, como bien lo relata Nora Veira en un artículo de Página 12, que tuvo que dar marcha atrás con el decreto, obligado a seguir el camino reglamentario. Y aquí vienen los segundos responsables: senadores radicales, peronistas y parte del Frente para la Victoria, quienes por carpetazos, por amenazas y presiones, o simplemente por la falta de principios y una ética gelatinosa, dieron la aprobación para el nombramiento de estos dos jueces que contribuyeron con su voto al 2 x 1.

En la lista de responsables no debemos omitir a los medios. Mediante diversos editoriales y a través de sus comentaristas, el diario La Nación fue prolífico en notas plañideras sobre los pobres viejitos que están presos y algunos con problemas de salud. Los “pobres viejitos” son los que ayer torturaron, robaron bebés y mataron a 30.000. La Nación también actúa en consecuencia, consiguió Papel Prensa durante la dictadura mediante extorsión y tortura de sus dueños, pero además, ideológicamente, “la tribuna de doctrina”, como se autocalifica el diario de los Mitre, estaba de acuerdo con el desastroso programa económico de la dictadura.

Tenemos que agregar los periodistas mercenarios de los medios del grupo Clarín, que fueron tanteando el terreno y defendieron a ultranza a jueces corruptos como Bonadio.

Ah! me olvidaba: la jerarquía eclesiástica, siempre mirando para otro lado cuando los uniformados mataban y protegiendo a sus mesiánicos capellanes, salidos de una historia de Torquemada. 

Con este ambiente propicio, de mano dura, bastón fácil y próximamente gatillo fácil, más el abrazo protector de los medios, se creó este terreno donde todo vale, los poderes no son independientes y la mentira es soberana.

Con un cinismo e hipocresía asombrosos, ante la decisión de la Suprema Corte, el gobierno balbuceó que no estaba de acuerdo con el 2 x 1, pero que respeta a la justicia que es sabia en sus decisiones. Claro que cuando algún juez se atreve a investigar el dinero mal habido de las empresas de la familia Macri, sufre todo tipo de agravios, calumnias y amenazas y se presiona al Consejo de la Magistratura para que sea expulsado.


Si usted no quiere atragantarse con la comida, cuando en el bar o el restaurante donde se encuentra gozando de un momento de relax, aparece Astiz, el Tigre Acosta, Cavallo y otros, lo invito a concurrir el próximo miércoles a Plaza de Mayo a las 18 horas para manifestar contra esta distorsión de la justicia, porque además del retroceso en salud, ciencia, educación, cultura, desarrollo económico y bienestar de la población, hemos vuelto 30 años atrás en derechos humanos.