sábado, 30 de abril de 2016

LAS MISIONES JESUÍTICAS



                                      San Ignacio de Loyola (1491-1556).

En 1549, solo nueve años después de fundar la Orden, San Ignacio de Loyola envió a Manuel de Nóbrega y seis compañeros a Brasil. Trabajando desde Sao Paulo, se adentraron en las junglas para evangelizar a los nativos.
En 1604 Roma constituyó la región del Paraguay como una "provincia" aparte para los jesuitas. Este territorio incluía los territorios actuales de Argentina, Chile, Bolivia, partes de Brasil y Paraguay. Una extensión semejante al tamaño de Europa occidental.

Los indios de la región eran los guaraníes, un pueblo primitivo de nómadas y los Jesuitas comprendieron que para protegerlos había que hacer comunidades separadas de las zonas colonizadas por los europeos. Allí podrían vivir con libertad y dignidad, aunque tuviesen que pagar tasas a la Corona. Así llegaron a establecer y administrar 30 pueblos de la zona del río Paraná hasta su expulsión en 1768 por orden de Carlos III rey de España.


                              Carlos III de España (1716-1788)

Es sorprendente y sólo puede explicarse por la enorme habilidad de los jesuitas para acercarse a los nativos e incorporarlos a su sistema, de que por 150 años, un grupo de sólo 50 a 60 sacerdotes gobernaron a más de 100.000 indios impartiéndoles el Evangelio, y lo más rescatable de la cultura europea. Lo hicieron sin obtener ventajas materiales. Hombres de una profunda vida espiritual sólidamente fundamentada en las ideas de San Ignacio de Loyola, dispuestos y bien entrenados, a sufrir lo necesario para "mayor gloria de Dios y el bien de las almas".

Rara vez algún indio abandonó las Reducciones mientras los Jesuitas las gobernaron, y no hay registros de ningún jesuita muerto a manos de los nativos. Tampoco hicieron intentos de rebelión, algo muy extraordinario entre las instituciones humanas.

Sistema de Vida
El amor a Cristo, a la Iglesia y la moral cristiana era el ideal que se enseñaba. Se basó en comunidades libres. Cada indio tenía su vida privada familiar y propiedades personales, pero compartían bienes comunes.

La planificación de los pueblos se centraba alrededor de una gran plaza. Junto a esta, la Iglesia era la construcción principal. También junto a la plaza estaba la escuela donde se impartía la formación religiosa y humana.

Había una "casa de resguardo" para los huérfanos y viudas, talleres para tallar piedra y madera para fabricar instrumentos de todo tipo, incluso musicales, escuelas de pintura, huertas, ganadería y finalmente un cementerio, lugar que para los indios era considerado sagrado.

Los Jesuitas respetaron la cultura guaraní y al mismo tiempo la enriquecieron con las cosas rescatables de la cultura europea. En las Reducciones se enseñaba el castellano, pero se permitía hablar el guaraní lo cual estaba prohibido por la corona española.

El gobierno de cada reducción estaba a cargo de un corregidor indio, nombrado por el gobernador después de consensuar con los misioneros, y un cabildo, formado de la misma manera que los de las ciudades españolas y compuesto también por indígenas. Los españoles no tenían ninguna participación en dicho gobierno; se trataba de evitar con esta medida los abusos que frecuentemente se cometían. Les estaba prohibido residir en las reducciones, pero podían ser alojados si estaban de paso. La justicia era ejercida por los misioneros que aplicaban, por lo general, castigos de azotes.

Los dos sacerdotes que estaban al frente de cada pueblo constituido por 3000 a 4000 indios, se encargaban del gobierno espiritual y la organización de la vida indígena. Las tareas diarias comenzaban y terminaban con oraciones y cantos. La base de la instrucción fue el catecismo. Las fiestas religiosas eran celebradas con particular entusiasmo y realce.

                    Misión jesuítica de San Ignacio Miní en Misiones

Política y economía
Los jesuitas no cambiaron radicalmente los usos indígenas, sino que los canalizaron para darles un nuevo sentido. Reconocieron la importancia de los caciques, a los que dieron una situación de privilegio entre los suyos. Reunieron varios cacicazgos en un solo pueblo y fomentaron la antigua solidaridad tribal con el nuevo impulso religioso. Dicha solidaridad se manifestó en todos los aspectos de la vida, tanto en la organización interna como en la defensa contra sus enemigos: los encomenderos y los bandeirantes paulistas.

La tutela ejercida por los jesuitas sobre sus gobernados tenía como finalidad que los indios aprendieran el correcto uso de su libertad y de sus bienes. Para proveer al sustento de cada familia se le daba en propiedad una parcela de tierra, los instrumentos de labranza, las herramientas para artesanías y las armas para cazar y pescar. La cosecha, de la cual los indios eran totalmente dueños, se guardaba en graneros y les era suministrada periódicamente para evitar que la malgastaran. Todos debían trabajar y producir para la comunidad. Cada indio, independientemente de su rango y función en la misión, tenía que trabajar la tierra en determinado período. En el caso del algodón, los hombres araban, los niños cosechaban y las mujeres hilaban.

Con el producto obtenido pagaban el tributo al rey, compraban las herramientas y materiales necesarios, mantenían a viudas, huérfanos y enfermos, construían iglesias y talleres y atendían las comunicaciones y la defensa. El sistema era de autosuficiencia total ya que las misiones se cerraron al resto del mundo colonial.

La ganadería, dirigida por los misioneros, servía para alimento, transporte y vestimenta. La lana era repartida y tejida por las nativas; los bueyes eran prestados a las familias para que los campos fueran arados. Realizaban el comercio por trueque entre los diversos pueblos y con los colegios jesuitas de Asunción, Santa Fe y Buenos Aires.
En 1599 los jesuitas se establecieron en Córdoba. En esta zona tuvieron tres estancias, destinadas a mantener la Universidad: Jesús María, Santa Catalina y Alta Gracia.

Cultura en las misiones
Los niños aprendían, junto con la doctrina, letras y ciencias. A los hijos de caciques y principales les enseñaban la lengua española y el latín; además, se los preparaba para los puestos dirigentes. Produjeron libros en sus propias imprentas a partir de 1700, mucho antes que en las ciudades españolas del Río de la Plata.

El poseer buenas bibliotecas fue otra preocupación de los Misioneros. Cada pueblo contaba con la suya. La de Santa María la Mayor contenía 445 volúmenes; la de los Santos Mártires, 382; la de Nuestra Señora de Loreto, 315; la de Corpus Christi, 460; pero la de Candelaria, asiento oficial de los Superiores Jesuitas, atesoraba 4.725 volúmenes.
Las Reducciones, en San Cosme y Damián, contaban además con un Observatorio Astronómico levantado por el P. Buenaventura Suárez, criollo oriundo de Santa Fe.

Asentamientos jesuitas
Los 30 pueblos misioneros sumaron, en 1702, una población de 115.000 habitantes. Merece citarse entre ellos el pueblo de Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, fundado en 1627, famoso por su escuela musical. En él nació San Martín en 1778, treinta y nueve años antes de que los portugueses lo incendiasen y destruyesen definitivamente. La misión de San Ignacio Miní que el P. Ruiz de Montoya había trasladado desde el Guayrá, se estableció en 1631 y los portugueses la destruyeron en 1819. Tiene ya celebridad por sus notables ruinas, que se están restaurando y que han sido declaradas monumento histórico nacional.

Combates contra los bandeirantes
                                Bandeirante

Los bandeirantes eran descendientes de los portugueses y desde su ubicación original en la actual ciudad de Sao Paulo se fueron desplazando hacia el sur con varios objetivos. Uno de ellos era extender el dominio portugués en América del Sur más allá de lo establecido por el Tratado de Tordesillas. Pero no menos importante era apoderarse del abundante ganado de la zona de la Mesopotamia y capturar indígenas para el comercio de esclavos. Se los podría definir como verdaderos filibusteros o piratas de tierra. Así los designaban los misioneros y los españoles.

Ante la amenaza de los bandeirantes, los misioneros prepararon a los indios en el uso de armas de fuego y tácticas de combate. El primer enfrentamiento importante ocurrió en marzo de 1641. Se lo recuerda como el combate de Mbororé, hoy municipio de Panambí en la provincia de Misiones. Una flota de 300 canoas con bandeirantes que avanzaban lentamente por el río Uruguay arrastradas por la corriente, hacia los saltos del Moconá, fue sorprendida por 4200 indios que desde la costa y en balsas dispararon una lluvia de flechas, tiros de arcabuces, mosquetes y piedras contra los invasores.

El encuentro fue frontal y terrible y los bandeirantes tuvieron que desembarcar huyendo por la selva. Fueron perseguidos durante varios días por los indios que realizaron una matanza despiadada. Constituyó ese el primer triunfo de las misiones.


                             Batalla de Mborobé

En 1640 se separaron las coronas españolas y portuguesas y fueron las misiones guaraníes las que resguardaron la frontera y alertaron a las autoridades españolas. La firme defensa en la zona del alto Paraná y Uruguay hizo que la expansión portuguesa se dirigiera hacia el noroeste y hacia el sur, atraída a esta última región por la abundancia de ganado cimarrón. Si no fuera por las misiones jesuitas, la provincia de Misiones y una porción de Corrientes estarían actualmente, formando parte del Brasil.

Expulsión de los jesuitas
A semejanza de otros gobiernos europeos, Carlos III expulsó a los jesuitas de sus dominios, por Real Cédula del 27 de febrero de 1767. Fue una decisión irracional que precipitó a los 30 pueblos jesuíticos en un empobrecimiento y despoblación que los condujo a su ruina; cerrándose así un ciclo de pujanza inigualada, que la Compañía de Jesús había logrado en 160 años.

Pese a los esfuerzos realizados por la administración hispánica, la decadencia de los pueblos misioneros fue irremediable. Aquellos que se habían presentado como salvadores de los indígenas sometidos durante décadas a un supuesto despotismo jesuítico, en la práctica se convirtieron en los más crueles verdugos.

Organización de las misiones jesuíticas en América. http://www.portalplanetasedna.com.ar/jesuitas3.htm

Misiones jesuíticas. El Rincón del Vago. http://html.rincondelvago.com/misiones-jesuiticas.html

Esteban Ángel Snibur. El Universo Misionero Guaraní. Golden Company, 2007

La primera imprenta en las misiones de los guaraníes. Territorio digital. http://www.territoriodigital.com/notaimpresa.aspx?c=4170181863837014


sábado, 23 de abril de 2016

EL DILEMA DE MAX SCHMELING



El encuentro entre esos dos hombres ocurre en 1938, uno de ellos es alto fornido y se encuentra incómodo deseando que la reunión termine de una vez. El otro personaje, es delgado de mediana estatura, con un bigotito que sale de su nariz y llega hasta el labio superior. Irradia autoridad y su mirada dura está clavada en los ojos del grandote.
-Herr Schmeling -dice Hitler con tono imperativo – está en juego el honor de la Alemania nacionalsocialista, usted es el mejor boxeador del mundo y es imprescindible que derrote a ese negro de los Estados Unidos. Demuestre que ellos son una raza inferior y usted es un ario puro, perteneciente a la estirpe que gobernará Europa.
-Mein Fuhrer – replica Schemling –yo soy un boxeador, toda mi vida la he dedicado a este deporte. No mezclo la política con el boxeo-.

Fue en este momento en que tercia en el diálogo un tercer personaje que se halla también presente. Se trata de Joseph Goebbels, el Ministro del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda: -Usted no parece entender este asunto, Herr Schmeling, por esas cuestiones del azar, por esos avatares de la historia, usted, ahora, es Alemania-.

La reunión se terminó y ninguno salió conforme, Hitler y Goebbels estaban molestos y exasperados por la falta de entusiasmo que había mostrado Schmeling por la causa, mientras que este se encontraba abrumado por la tarea que le habían impuesto.

Durante su regreso, fue haciendo un repaso de su vida. Cuando tenía 16 años vio un combate de boxeo y ese momento definió su futuro. En solo tres años se convirtió en campeón amateur de Alemania de pesos semipesados e ingresó en la etapa profesional. A la edad de 22 ya era campeón de Europa en la categoría de peso pesado y decidió probar fortuna en los Estados Unidos. Allí conoció a Joe Jacobs, un entrenador de origen judío, quién constituyó una pieza fundamental en el perfeccionamiento de la técnica de Schmeling.



                     Max Schmeling (1905-2005)

Después de varias peleas exitosas, solo le faltaba enfrentar al campeón mundial Gene Tunney, pero éste se retiró y el título quedó libre. En 1930 se organizó un combate entre Schmeling y Jack Sharkey para dilucidad quien sería el nuevo rey de los pesados del mundo. Fue una contienda polémica porque si bien Sharkey le hizo besar la lona en el cuarto round, lo descalificaron por golpe bajo y el título quedó para el alemán.

En 1936 llegó el momento en que Schmeling debió enfrentarse con el mítico Joe Louis, quien hasta la fecha había disputado 23 combates sin perder ninguno. El día de la pelea, el Yankee Stadium estaba abarrotado y nunca hasta entonces se había movido tanto dinero en apuestas, la mayoría a favor de Joe Louis, no solo por su exitosa trayectoria sino porque Schmeling era alemán y en su país había descendido la sombra negra de la dictadura nazi. La gente suponía erróneamente que él también era antisemita.

Joe Louis estaba en su mejor momento, no así el alemán cuya capacidad boxística había empezado a declinar. Sin embargo, Louis había subestimado a su contrincante a tal punto que descuidó su entrenamiento para dedicarse a su deporte favorito: el golf. Por el contrario, Schmeling se preparó concienzudamente, observó las filmaciones de las peleas del negro y encontró su punto débil: cada vez que lanzaba un directo, bajaba su mano izquierda y su guardia quedaba al descubierto.

Apenas comenzó el combate, Schmeling puso en práctica su táctica y en los tres primeros rounds, ya había dejado desconcertado a Louis a base de golpes. En el cuarto round lo tumbó y en el decimosegundo con dos derechazos le ganó por knock out, algo que al afroamericano jamás le había pasado.

                        Jooe Louis pierde por knock-out en el round 12

Ahora estamos en 1938 y volvemos al comienzo del relato donde Hitler le ordenó a Schmeling con oscuras amenazas que debía ganar. El pesado mandato era que el vikingo germano tenía que derrotar a ese mono infrahumano.
El 14 de septiembre de 1923, tuvo lugar la pelea del siglo entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey. Y el 22 de junio de 1938 a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, donde ambos contendientes debieron soportar enormes presiones políticas, se realizó lo que podría llamarse la segunda pelea del siglo. 

El combate estaba totalmente politizado y había varias diferencias entre ambos contendientes. Schmeling era antinazi, no tenía prejuicios raciales y para nada estaba incentivado en ganar la pelea, además, sentía un profundo respeto por Louis. Tenía un público adverso que erróneamente lo consideraba un representante del nazismo.
En el otro rincón se encontraba Joe Louis, quién esta vez se había preparado a fondo y quería el desquite. 

Así como Hitler lo presionó al alemán, el negro fue convocado por Roosevelt con la siguiente recomendación: “Joe, en tus puños está la fuerza de América. Esto es una guerra. Somos el Bien, ellos el Mal. Si gana Schmeling se llevará mucho dinero de aquí. Con ese dinero los nazis harán bombas para arrojar sobre nuestra democracia”. Por razones de conveniencia, ni Hitler ni los norteamericanos, mencionaron que el entrenador de Schmeling era judío y que el boxeador se había negado a que se lo cambiaran.

En menos de dos minutos y medio, 124 segundos, Louis liquidó al gran Max, quien en ese brevísimo tiempo recibió 31 golpes contra solo 2 del alemán. Hitler no quiso ver a Schmeling, quien se convirtió en un paria dentro de su país. 

Pese a las desfavorables circunstancias en que vivía, tuvo el coraje de rescatar y esconder a dos niños judíos en la tenebrosa Noche de los cristales rotos y a quienes después ayudó a escapar a los Estados Unidos. Un gesto que por entonces, ya fuera por miedo o convicción hacia la causa nazi, era totalmente atípico y de extrema peligrosidad para quienes vivían bajo la férrea dictadura de la svástica. De haberse conocido el episodio, el boxeador se habría podrido en alguna prisión de Alemania.

Cuando se desató la guerra Hitler lo mandó al frente donde, por no haber defendido a la “raza superior”, fue incorporado a un batallón de paracaidistas que debían realizar misiones suicidas. Pero Schmeling sobrevivió a la guerra y los norteamericanos, que ahora conocían la verdadera personalidad del alemán, lo fueron a buscar porque la Guerra Fría lo necesitaba. Le dieron un gran puesto en la Coca-Cola y llegó a tener su propia planta embotelladora convirtiéndose en un exitoso empresario.

En contrapartida, por esos comportamientos inexplicables que suele tener el gobierno y la sociedad norteamericana, el destino de Joe Louis fue muy diferente. Lo persiguieron con los impuestos y terminó hundido en la miseria. Solo tuvo una persona que lo ayudó: Max Schmeling quien cultivó una estrecha amistad con el negro. Cuando éste sufrió serios problemas de salud (cardíacos y psiquiátricos ocasionados por la cocaína), el alemán le costeó parte de los tratamientos. Cuando Louis murió en 1981 a los 66 años, Max Schmeling, quien fue uno de los que llevaba la manija del féretro pagó todo el funeral.


                                   Joe Louis y Max Schmeling

Así era Max un tipo íntegro de principios y convicciones sólidas, que sobrevivió a la maquinaria nazi que quiso destruirlo. Una buena persona que falleció un día de febrero de 2005. Tenía 99 años.

Busto de Max Schmeling en el municipio de Hollensted, Hamburgo.

José Pablo Feinmann. Max Schmeling contra Joe Louis. Página 12, 8/11/2015.
Edu Casado. Max Schmeling: el campeón que no quiso entrar por el aro de Hitler.
Ángel González. Max Schmeling: el perro nazi que salvó judíos. El Mundo.es. 08/02/2005. http://www.elmundo.es/elmundo/2005/02/04/obituarios/1107530632.html


sábado, 16 de abril de 2016

LA RESILIENCIA DE MARIO

 “No tengo claro si lo que logré hacer en mi vida fue pese a esas experiencias de mi niñez o gracias a ellas”
Mario Capecchi

La sala infantil del hospital de Reggio Emilia, cerca de Bolonia, está atestada de niños de distintas edades. En una de las camas se encuentra Mario cuyo organismo de 9 años lucha por sobrevivir contra la fiebre tifoidea. Hace cerca de un año fue recogido en la calle por la policía que lo halló semiinconsciente. Porque Mario parece ser un huérfano, ningún familiar ha venido a reclamar por él. ¿Qué le pasó y porqué se encuentra en estas condiciones?

Lucy


                         Lucy Ramberg

Vayamos un poco atrás en el tiempo. La madre de Mario se llama Lucy Ramberg y de ella se conoce una foto cuando tenía 19 años que la muestra hermosa y atractiva. Lucy es de origen estadounidense, pero siendo niña se trasladó con su madre y su abuela a Italia. Estudió literatura en La Sorbona y llegó a ser docente en esa institución. Escribió buena poesía y formó parte de un grupo de artistas llamados “Los Bohemios”. Era una mujer inteligente que dominaba media docena de idiomas. Conoció a Luciano Capecchi que era piloto de la Fuerza Aérea italiana y ambos se enamoraron apasionadamente.

El 6 de octubre de 1937 nació Mario cuando el país ya estaba sumergido en el fascismo de Mussolini. Las relaciones entre el dictador italiano y Hitler eran cada vez más estrechas y una sensación de gran inestabilidad política, recorría Europa. El grupo de Los Bohemios era abiertamente antifascista y antinazi y Lucy era la encargada de repartir panfletos contra el régimen y contra el nazismo. En 1939 estalló la guerra y Luciano debió abandonar el hogar para desempeñarse como piloto en el conflicto. No volvieron a verlo.

Lucy era previsora, sabía que podrían detenerla por sus actividades políticas y había ahorrado un dinero para que alguien se hiciera cargo de su hijo. Mario recuerda vagamente cuando soldados alemanes ingresaron a su casa en los Alpes tiroleses para llevarse a Lucy en la primavera de 1941. Lucy tuvo tiempo de entregar a Mario a una familia del lugar junto con la suma de dinero que había ahorrado para que lo tuvieran bajo su cuidado.

Vagabundo y mendigo
Mario vive un año con los granjeros gente simple semi analfabeta que trabaja arduamente en el campo. No recuerda si el dinero se acabó o aquella familia después de un tiempo consideró que habían hecho lo suficiente y lo arroja a la calle. Mario tiene 4 años y medio, empieza a deambular, atravesando sendas, campos cultivados y en los pueblos duerme en las ruinas de edificios destruidos por los bombardeos.

Finalmente llega a la ciudad de Reggio Emilia y allí decide quedarse. Conoce a otros niños en una situación de extrema precariedad como la suya, huérfanos cuyos padres murieron durante la guerra o por otras circunstancias. Integra una banda de ladronzuelos que luchan por la supervivencia, mendigan, roban y se convierten en asiduos concurrentes de comisarías y orfelinatos, algunos peores que la calle. Mario se escapa de todos ellos, está sucio, enflaquecido, con la ropa hecha jirones y siempre hambriento.

Pasan más de 4 años en estas condiciones hasta que un día la policía lo encuentra semi desvanecido y afiebrado y lo traslada al hospital de Reggio Emilia donde le diagnostican fiebre tifoidea.

Aparece Lucy
Volvemos al principio de la historia, Mario tiene 9 años y hace varios meses que está internado en el hospital, ha superado la enfermedad pero está muy débil en su convalecencia. Una mañana se acerca la Hermana María, la enfermera a su cargo. No viene sola, está acompañada por una mujer desconocida, pero la Hermana María le dice que es su madre. Al muchacho le cuesta asociar el recuerdo de Lucy, cuando se la llevaron los alemanes, con esta señora envejecida, algo encorvada y mirada triste. Es que los 4 años en el campo de concentración de Dachau minaron terriblemente su organismo.
                                          
Terminada la guerra, Lucy fue liberada y se dedicó frenéticamente a localizar a su hijo. Con ella viene ropa nueva y la voluptuosa y olvidada sensación de un baño refrescante.

Lucy hace contactos con su hermano Edward Ramberg, un físico destacado radicado en Princeton, New Jersey que trabaja para la Radio Corporation America. El tío Edward les compra dos pasajes y en cuanto llegan a Estados Unidos, al día siguiente su madre lo envía a la escuela. Mario recién está aprendiendo el inglés que Lucy le fue enseñando durante la travesía en el barco. Dado sus durísimos antecedentes callejeros, a Mario le cuesta ser sociable e integrarse con los demás compañeros. Poco a poco lo va logrando y cuando ingresa a la escuela preuniversitaria o college, se puede decir que es un joven civilizado.

Finalizada esta etapa Mario logra ingresar al prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Tecnology) en Boston, donde descubre su verdadera vocación: la biología molecular, una ciencia que acababa de nacer y se encuentra en plena ebullición. Del MIT se traslada a la Universidad de Harvard que es la Meca de la biología molecular. Allí se entrevista con James Watson quien junto con Crick descubrió a principios de la década del 40 la estructura en doble hélice del ADN, el hallazgo más importante en toda la historia de las ciencias biológicas. Mario le pregunta a Watson cual es el mejor lugar para realizar sus estudios y graduarse. Watson le replica: “Aquí mismo, sería un tontera que usted fuera a otro sitio”.

El ratón mutante
Terminadas sus investigaciones en Harvard, que para Mario fueron cruciales en su carrera, se traslada a las Montañas Rocosas donde se encuentra la universidad de Utah. Allí comienza a investigar la forma para alterar la estructura genética de los ratones, animales muy útiles en experimentación básica porque poseen una estructura de ADN con muchas similitudes a las del humano.

El objetivo de la investigación es anularle al ratón un gen determinado, lo que se llama knock out mouse o ratón mutante y compararlo con otro roedor normal. Mario cultiva embriones de ratón en su etapa más temprana y que por lo tanto están constituidos por células madre o indiferenciadas, lo que significa que pueden transformarse en las de cualquier tejido del organismo. Seguidamente introduce en el cultivo el gen de un ratón que se quiere investigar. Algunas de las células madre incorporan el gen en su estructura y es cuando el embrión es introducido en el útero de una ratona. El nuevo ser es un ratón mutante que permite a los científicos establecer los roles de genes individuales en la salud y la enfermedad y estudiar enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, la diabetes y el cáncer. El descubrimiento se aplica en casi todos los terrenos, desde la investigación básica hasta el desarrollo de nuevas terapias.


                                       Mario Capecchi (1937-)

Mario Capecchi tiene 79 años, su descubrimiento del ratón transgénico es ampliamente utilizado por muchas instituciones en todo el mundo. Una madrugada del año 2007 suena el teléfono, la llamada es de Estocolomo, más precisamente del comité del Premio Nóbel. Le anuncian que compartirá con otros dos científicos el máximo galardón en Medicina y Fisiología «por sus trabajos sobre células madre y manipulación genética en modelos animales».

Pedro Lipcovich. El Premino Nobel de Medicina a los inventores del ratón mutante. Página 12, 09/10/2007.
 DW. Cinecia: Mario Capecchi: de niño mendigo a Premio Nóbel de Medicina 2007. http://www.dw.de/mario-capecchi-de-ni%C3%B1o-mendigo-a-premio-n%C3%B3bel-de-medicina-2007/a-2813324
DNA from de Beginning. Mario Renato Capecchi (1937-) http://www.dnaftb.org/41/bio.html
  


sábado, 9 de abril de 2016

EL JUICIO DEL MONO

En 1925, el joven John Scopes recaló en el poblado de Dayton del estado de Tennessee que por entonces, contaba con una población que no alcanzaba los 2000 habitantes. Scopes llegó para cubrir el puesto de profesor en el colegio de enseñanza secundaria en el Rhea Country Central High School, donde comenzó a enseñar álgebra, química y física.


                              John Scopes

Tennessee formaba parte, y aún lo sigue siendo, del llamado cinturón bíblico o Bible belt, un extenso territorio del sureste de Estados Unidos que se caracteriza porque el cristianismo evangélico tiene un profundo arraigo social que se manifiesta nítidamente en la forma de vida de la población, en la moral y en la política. Esta vasta zona que engloba a varios estados sureños, resistió hasta bien entrado el siglo XX, las leyes antirraciales emitidas por el senado de los Estados Unidos.
Cuando Scopes llegó a Dayton, estos patrones de conducta estaban más exacerbados que en la actualidad. Ese pueblo rural era un nido de supersticiones, preconceptos e hipocresía capaz de explotar en odio contra quien quisiera rechazar la autoridad literal de la Biblia y sus portavoces. El tedio invadía a Dayton con una nube de apatía y aburrimiento. Carecía de salas de baile y de juego y el deporte más practicado era rezar. Como si esto fuera poco, acababa de entrar en vigencia, justamente en el estado de Tennessee, una ley conocida bajo el nombre de Butler Act, que prohibía toda enseñanza que atentara contra los contenidos de la Biblia. La ley tenía como principal objetivo frenar la teoría evolucionista de Darwin, no pudiendo aceptar de que el ser humano “pudiera descender de seres inferiores”, o sea pertenecer a la especie de los homínidos que incluye a los simios.

Según el relato bíblico, que todos conocemos, el ser humano fue creado por Dios. El episodio está expresado en el Génesis en una forma que más se acerca a una fábula infantil que a la investigación científica más elemental.
Cuando Scopes recaló en Dayton existía una asociación llamada la American Civil Liberties Union (ACLU), que proporcionaba asesoría legal en los casos en los cuales consideraba que las libertades civiles podrían estar en riesgo y su misión principal era defender y preservar los derechos individuales. La ACLU se puso en abierta rebelión contra el Butler Act, señalando que defendería a toda persona que fuera acusada de enseñar la teoría de la evolución.

George Rappleyea, magnate de minas de carbón y amante de aventuras y de apuestas pesadas, leyó en un diario de Tennessee que la ACLU estaba dispuesta a desafiar el Butler Act. Rappleyea convenció a un grupo de empresarios de Dayton de enfrentar la ley con el propósito de aportar publicidad para la región. Convocó al joven Scopes y le pidió que reemplazara al profesor de Ciencias durante una clase para explicar a los alumnos la teoría de la evolución. 

Rappleyea era consciente de que la maniobra generaría un juicio con gran difusión periodística, pero consideraba que se podría ganar ya que por otro lado, también se enseñaba en la escuela el libro de texto Biología Cívica de George Hunter que explícitamente describía y adhería a la teoría de la evolución, lo cual incurría en contradicción con la ley vigente.

Scopes fue acusado por tres de sus alumnos que en el juicio testificaron en su contra diciendo que les había enseñado la teoría evolucionista. La defensa estuvo a cargo de Clarence Darrow, individuo hábil y carismático que sabía dónde tenía que dar el golpe. A los ojos de la mayoría de los habitantes de Dayton, Darrow representaba un personaje aborrecible, la esencia del mal ya que cargaba una mochila llena de causas progresistas y humanitarias, como la defensa de negros, de sindicalistas y de homosexuales.

                          Clarence Darrow                             William Jennings Bryan

Del lado de la fiscalía se encontraba el abogado William Jennings Bryan quien después de un par de intentos frustrados para llegar a la presidencia de Estados Unidos abandonó la política para convertirse en el pilar del fundamentalismo religioso. Con discursos catastróficos de profeta del Apocalipsis, arengaba multitudes de crédulos que lo escuchaban absortos.

Era evidente que tanto gran parte de la población de Dayton como el poder judicial local tenían en claro que no se trataba de juzgar a un novato profesor de escuela sino al propio Charles Darwin y su malsana teoría evolucionista. El acontecimiento judicial había traspasado largamente las fronteras de Tennessee y numerosos periodistas de estados del noreste del país se hicieron presentes.


Reunión de la Liga Antievolucionista contra la enseñanza en las escuelas de la teoría de la evolución.

En ese contexto, el infiel Scopes salió del foco del debate, ya que lo que estaba en juego era la autoridad de la Biblia contra la teoría atea de Darwin quien seguramente estaría ardiendo en el infierno. El ambiente judicial y popular local no era nada propicio para el pobre Scopes y no había duda de que la sentencia estaba decretada antes del juicio mismo. Bryan empeñado en denunciar el bellaco ataque de los enemigos de la fe y Darrow en defender la libertad de pensamiento que todo individuo merece, se enfrentaron el 21 de julio de 1925 en el juicio que ya la prensa había titulado: El juicio del mono.

En una jugada magistral Darrow hizo un pedido que dejó a todos sorprendidos y descolocados: “La defensa solicita llamar al señor Bryan como testigo”. Insólito, nunca había ocurrido que un fiscal se tuviera que sentar en el banquillo de los testigos. Bryan en su soberbia aceptó sin saber que aquello sería su fin.

La masacre duró dos horas. ¿El señor cree que Jonás fue comido por una ballena? Si así fue ¿cuánto tiempo permaneció en la barriga de ella? ¿El señor cree que Josué hizo parar el sol en el cielo? Si lo hizo, ¿no hubiese pasado alguna cosa en la Tierra? ¿Cuál es la edad de la tierra, señor Bryan? ¿El Señor cree que el mundo fue creado en seis días cuando los científicos están hablando de millones de años? Si Eva fue la única mujer del Génesis, cómo es que Caín fue a visitar a su esposa, según atestigua la Biblia? – y así el implacable Darrow siguió lanzando zarpazos sobre Bryan quien finalmente perdió todo control y a los gritos defendió la Biblia, pero en forma genérica sin refutar las preguntas de Darrow. Los enviados de la prensa saboreaban las notas que iban a publicar.

El jurado, constituido por lugareños que apenas habían terminado la escuela primaria y cuyos cerebros estaban saturados de los sermones del pastor local, declararon culpable a Scopes, pero Bryan había hecho un papel tan patético en contraste con el lapidario alegato de Darrow, que el juez temeroso de la reacción de la prensa, sentenció a Scopes a una multa de 100 dólares cuando la ley Butler había establecido una pena de 100.000 para el infractor. La exigua suma fue pagada por uno de los periódicos. En cuanto a Bryan, murió a los pocos días de un ataque cardíaco.

Aquel acontecimiento inspiró a dos dramaturgos: Jerome Lawrence y Robert Edwin Lee a escribir la obra Heredarás el viento, que fue llevada a la pantalla en 1960 con el mismo nombre, donde Spencer Tracy hizo el papel de Darrow y es una joya del Hollywood de aquellos tiempos.


Escena de la película “Heredarás el viento” dirigida por Stanley Kramer en 1960. De izquierda a derecha: Gene Kelly (periodista del Baltimore Herald), Donna Anderson, Dick York (Jon Scopes) y Spencer Tracy (Clarence Darrow).

Desde el juicio hasta el presente han transcurrido 90 años y los Estados Unidos del Tea Party, de Sarah Palin, los evangelistas de la Fox News y la infinidad de sectas de los cristianos nacidos nuevos, a semejanza de aquellos maniáticos de Dayton, siguen viviendo el dilema Biblia vs. Mono, con una ciega adhesión a la Biblia.
«Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia». (De la Declaración universal de los derechos humanos; artículo 18).

Tamara Tigue. Tea Party Community. Social Darwinism and you, 11/05/2012
U. S. History 47b. The monkey trial. http://www.ushistory.org/us/47b.asp


sábado, 2 de abril de 2016

ECHELON





El hermano grande te vigila
En 1949 se publicó la novela 1984 del inglés George Orwell considerada una obra cumbre entre la literatura de ficción distópica. La obra relata que en un futuro habría conflictos permanentes entre las distintas regiones del planeta y en la ciudad de Londres, sus habitantes eran espiados mediante pantallas situadas en las habitaciones de sus hogares. El eslogan que figuraba en los afiches de todas las paredes rezaba: “El Hermano Grande te Vigila”.

En la actualidad, la mayoría de las predicciones de Orwell se cumplieron, existen conflictos permanentes en Medio Oriente fogoneados y con directa participación de Estados Unidos bajo el falso eslogan de que la “guerra es la paz”, el mismo utilizado por el poder dominante de la novela 1984.

Sin embargo, el aspecto que más se asemeja a la obra de Orwell es el espionaje. Estados Unidos posee el sistema ECHELON, la mayor red de espionaje electrónico, establecida con el falso argumento de fisgonear a la Unión Soviética y más tarde en la lucha antiterrorista y contra el narcotráfico. En realidad, la mayor actividad de ECHELON está abocada a la inteligencia política, diplomática y económica contra cualquier país.

Una red de espionaje total y universal
ECHELON forma parte de una red global de captura de comunicaciones, diseñado por los años 70. Es un programa informático muy avanzado que funciona con apoyo de antenas, satélites, submarinos y aviones. También participan las más de 900 bases militares que Estados Unidos logró diseminar por todo el mundo. El programa fue puesto al descubierto por Julian Assange, Edward Snowden y todas esas gargantas profundas que Estados Unidos ansía atrapar para transformarlos en carne picada.

Nada escapa al control de ECHELON, ya sea comunicación via fax, telefónica fija o móvil, correo electrónico y Facebook. De esta manera, tiene bajo su control el 90% de los mensajes a nivel mundial. Esto significa que puede interceptar al menos 3.000 millones de comunicaciones diarias. La pesquisa de depuración se basa en un gran número de palabras clave que pueden darle un significado importante al mensaje, tanto desde el aspecto militar como del comercial. Además, dispone de al menos 120 estaciones fijas y satélites geoestacionarios. 

Al igual que el programa PRISM, ECHELON es un engendro perverso de la NSA (National Security Agency), que dispone de enormes recursos económicos para la creación y mantenimiento de sus equipos a cargo de personal altamente calificado. La NSA es mayor que la CIA y el FBI juntos. De hecho, estos organismos de inteligencia, de los cuales todos conocemos a través del cine y la literatura, son insignificantes en comparación con ECHELON. Mientras la CIA tiene aproximadamente veinte mil empleados y un presupuesto de unos tres mil millones de dólares. La NSA cuenta con alrededor de sesenta mil funcionarios esparcidos por todo el planeta y un presupuesto que duplica al de la CIA.

La población cautiva de Yorkshire

Una de las instalaciones de la NSA, quizás la más importante, se encuentra en Inglaterra en el condado de Yorkshire. Al ingresar en la campiña y después de recorrer unos cuantos kilómetros, al viajero se le corta la respiración cuando comienzan a surgir las primeras estructuras. Se trata de cúpulas gigantescas salpicadas de hoyuelos a semejanza de una pelota de golf. En total son 28 y se llaman radomos. Cada una alberga una antena parabólica, protegiéndola de los elementos y ocultando su orientación. En realidad las cúpulas no son más que una especie de piel de un blanco fantasmal que contrasta con el verde del campo y ofrecen la imagen de una amenazante instalación de civilización extraterrestre.

La mayoría de los que allí trabajan son civiles, profesionales con formación técnica que superaron las rigurosas exigencias curriculares y de seguridad exigidas por la NSA. Fueron absorbidos a empresas tecnológicas y aeroespaciales, atraídos por sueldos jugosos, sin pago de impuestos, vivienda, alimentación y educación gratis para los hijos. El precio que pagan es alto, ya que están dentro de un gueto que les ofrece todo y del cual, salvo escasas oportunidades, no pueden salir. Tienen prohibido comentar hasta con su propia familia, el tipo de actividades que realizan.


Absoluta impunidad operativa
Los blancos favoritos de ECHELON son organizaciones políticas, ONG, organizaciones antisistema, empresas y ministerios de numerosos países, pero cualquier ciudadano está en riesgo de ser espiado. Cada información es procesada y categorizada en una escala de valores. Estados Unidos espía de este modo a sus aliados de la OTAN, al Reino Unido y a la Unión Europea, o sea que la red está por encima de cualquier vínculo de lealtad o afiliación.

Es un sistema que, según las pruebas recopiladas en Europa, ha servido a Estados Unidos para anticiparse en operaciones comerciales y para conocer detalles de los emprendimientos económicos. Pero lo más asombroso es que este método de enormes posibilidades de monitoreo ahora parece estar completamente olvidado por el público. Existe como una especie de resignación y aletargamiento por parte de las potencias europeas que indefensas se someten mansamente a las arbitrariedades del imperio. Es así que pese a la gran envergadura que tuvo el escándalo de ECHELON, la organización no ha cesado su actividad y sigue espiando y recopilando millones de datos.

Las protestas de los distintos gobiernos son ignoradas, los juicios y las denuncias quedan cajoneadas, porque ECHELON está por arriba de la justicia y de los gobiernos. Las primeras quejas surgieron por parte de empresas que detectaron el espionaje de sus arreglos de ventas y tratados comerciales. Cuando se recopiló suficiente información, los europeos decidieron llevar sus exigencias y solicitud de explicaciones por el espionaje comercial a la mesa de negociaciones sobre tratado de comercio mundial. Se dieron cuenta que todos esos temas y preguntas, antes de que fueran expuestas, la comisión norteamericana ya las había registrado gracias a ECHELON.

Seguidamente se presentan dos ejemplos de los muchos que demuestra no solo la capacidad de espionaje de ECHELON sino su poder para imponer decisiones:
Cuando entró la tecnología GSM para celulares de segunda generación, vino con una encriptación especial que incluía una norma con un determinado número de bytes para que sea uniforme en todos los países del mundo. Hubo grandes presiones de la NSA y del Pentágono hasta lograr que la norma se adaptara de tal modo que la encriptación fuera fácilmente decodificada por ECHELON.

La NSA interceptó un contrato comercial por 200 millones de dólares para equipamiento de comunicaciones entre el gobierno de Indonesia y representantes de la empresa NEK de Japón. George Bush padre, ex jefe de la CIA, intervino personalmente y logró dividir el contrato entre NEK y la empresa estadounidense AT&T que es una proveedora de equipamiento de comunicación y tiene a la NSA como uno de sus clientes principales.

Cuando cayó la Unión Soviética, muchos suspiramos aliviados, se terminaba la guerra fría, los conflictos bélicos cesarían y los países, especialmente Estados Unidos reducirían sustancialmente su producción armamentista. Nada de eso sucedió, el Pentágono es un monstruo que necesita retroalimentarse permanentemente. El país del norte siguió multiplicando bases por todo el planeta y los gobiernos de Reagan y Bush, aumentaron el presupuesto militar. Obama ni siquiera pudo desmantelar la base de Guantánamo y hubo guerras en Medio Oriente, África y Europa del Este, todas fomentadas por Estados Unidos, que además nos vigila en forma mucho más agobiante que a los personajes de la novela de Orwell.

RT. Sepa Más. Echelon: El gigante de espionaje de EE.UU. que no estaba dormido

Patrick Radden Keefe. Escuchas. Editorial Pérez Galdoz, Barcelona 2006.