miércoles, 29 de abril de 2015

THEODORA

Para iniciar este relato es importante situarnos en el tiempo y en el espacio. Por razones administrativas el emperador romano Teodosio I, llamado el grande, dividió al imperio a fines del año 300, de la era Cristiana en una parte occidental y otra oriental. Los hechos de esta historia ocurrieron en la parte oriental que se llamó Imperio Bizantino.

Pasados casi 150 años de aquella división, Justin, emperador de Bizancio, estaba recorriendo con su séquito las calles de Constantinopla. En una de las plazas se había reunido un público numeroso que picó su curiosidad. Era habitual la presencia de juglares, titiriteros y actores que solían entretener a los habitantes de una de las ciudades más importantes de occidente.

Al ver a Justin la gente le abrió paso mientras se inclinaba ante su autoridad. En el centro había una joven que muy ligera de ropas ejecutaba el baile del caño. Su cuerpo esbelto se contorsionaba con gracia y sensualidad y su oscura cabellera se movía de un lado a otro con el ritmo de la danza y los giros de su cabeza. La adolescente le lanzó a Justin una mirada furtiva y provocadora y sin inmutarse siguió con su actuación. El emperador, además de sentirse atraído por su belleza, percibió que tenía una fuerza interior que emanaba de su mirada y de su actitud desafiante y decidió presentársela a su sobrino Justiniano, que era soltero y por entonces libre de las exigencias protocolares a las cuales Justin, por su investidura, estaba sometido. Si Justin actuó por intuición no se equivocó; aquella jovencita estaba destinada a jugar un papel de enorme relevancia en la historia del Imperio Bizantino.

Retrocedamos un poco en el tiempo para identificar a la muchacha que tanto impactó al emperador. La mayor parte de la vida de Theodora se conoce gracias al historiador Procopius de Cesarea a través de sus siete volúmenes llamados Historias de las guerras de Justiniano. Hay un tomo adicional llamado Anekdota o Historia secreta, dedicado casi exclusivamente a Theodora y que se puede encuadrar dentro del género de literatura erótica.
Theodora nació alrededor del año 500. Su padre era cuidador de osos y otros animales en el hipódromo de Constantinopla, un equivalente del Coliseo Romano. Debemos presumir, sin riesgo de equivocarnos, que era analfabeto y de pocas luces. Muerto su progenitor la madre de Theodora que no estaba mejor dotada que su difunto esposo, la introdujo en el ámbito artístico y de allí a convertirse en prostituta fue cuestión de poco tiempo. Tuvo un amante llamado Hecebolus al que pronto abandonó, pero es probable que fuera el padre del único hijo que tuvo la muchacha. Por entonces se la conocía como “Theodora la del lupanar”. Conviene aclarar que en esa época el ambiente del teatro se situaba en uno de los niveles más bajos de la escala social.

Con este precario y deslucido bagaje sobre sus espaldas, Theodora subió las escaleras de mármol del palacio del emperador Justin, quién se la presentó a Justiniano. No se trataba de un gesto espléndido ni generoso con su sobrino, sino de la imposibilidad del monarca de apropiarse de Theodora por la enconada resistencia que puso Euphemia, esposa de Justin y emperatriz del reino. Euphemia alegó que no podía ingresar al palacio alguien que había sido actriz. Sin embargo, Euphemia parecía olvidar que fue comprada como esclava por Justin, cuando entonces se llamaba Lupicina, un nombre relativamente común entre las prostitutas. Al casarse con Justin cambió su nombre por el de Euphemia, que era más respetable, enterró su deslucido pasado y adoptó un comportamiento de estricta moral.

                                         Mosaico del Emperador Justiniano en Ravena

Justiniano y Theodora se enamoraron perdidamente desde el primer momento en que se conocieron, pero la joven era una mujer de gran carácter y de firmes principios. Rehusó desempeñar el papel de amante, se fue del palacio y retornó a su vida de pobreza. Pocos años después Euphemia falleció, suponemos que de muerte natural y Justin liberado de la presión de su esposa promulgó una ley mediante la cual toda actriz que expresara verdadero arrepentimiento quedaba purificada de su pasado. Theodora volvió a subir las escalinatas de mármol del palacio, inmaculada como una virgen.

Justiniano se casó con Theodora. A la muerte de su tío fue proclamado emperador del Imperio Bizantino y ella se transformó en emperatriz. Él estaba fascinado por las cualidades amorosas de su esposa en el lecho conyugal. Ella le enseñó todas las artes del sexo en interminables noches de pasión, pero las aptitudes de Theodora no se limitaban a la cama, era inteligente, tenía capacidad y decisión política y un carácter indomable. El historiador Procopius afirma en sus obras que Justiniano no tomaba ninguna decisión sin consultarla. En el fondo, se trataba de una ginecocracia encubierta, el poder detrás del poder.

Theodora por Jean Joseph Benjamin Constant. Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires

Muchas leyes se decretaron gracias a la influencia de Theodora, como la eliminación de la compra de cargos públicos, porque fomentaban la corrupción. También eliminó los prostíbulos de Constantinopla y a través de su esposo promulgó una serie de leyes que mejoraron sensiblemente el estado social de la mujer a un nivel hasta entonces no alcanzado en occidente. Se puede afirmar que Theodora fue una precursora del feminismo.

Quizás el punto culminante que evidenció su gran capacidad de liderazgo fue durante la revuelta Nika. Esta rebelión se originó cuando el conflicto entre dos facciones los “verdes” y “azules”, en las carreras de carros del hipódromo tomó tal envergadura que se transformó en un estallido popular. A pesar de la intrascendencia de la causa originaria, los rebeldes bajo el grito “Niká” (victoria en griego), alcanzaron un movimiento que puso en jaque al gobierno. Justiniano reunió a sus ministros y secretarios en un consejo de urgencia y sugirió abandonar la ciudad. Fue entonces cuando Theodora se levantó de su trono, expresó en un impecable discurso la necesidad de combatirlos y dirigiéndose a Justiniano le manifestó “si quieres abandonar Constantinopla hazlo, yo me quedaré a enfrentarlos”. Justiniano le hizo caso, envió a dos de sus generales con fuerzas leales y los revoltosos fueron masacrados en el Hipódromo. Justiniano pensaba perdonar a los cabecillas, pero Theodora manifestó que no se podía tener compasión con quienes habían puesto al régimen en peligro y los mandó ajusticiar.

                         Otra versión de Theodora por el mismo pintor

Durante el reinado de Justiniano, el Imperio Bizantino recuperó su grandeza e incorporó territorios perdidos del oeste del Imperio Romano. Edificó la iglesia de Santa Sofía, que por su magnificencia y creatividad contribuyó a cambiar la historia de la arquitectura. También se construyeron acueductos, puentes y asilos para huérfanos y abandonados. Por su sabiduría como gobernante pasó a la historia como Justiniano El Grande, pero es posible que hubiera sido casi ignorado si no hubiera estado a su lado la fuerza e inteligencia de Theodora.


La famosímima actriz francesa Sarah Bernhardt haciendo el papel de Theodora en la obra homónima de Sardou

Fuentes
-James Allan Evans. Theodora (wife of Jusntinian I). University of British Columbia. An online Encyclopedia of Roman Emperors.
- Johnson Lewis. Empress Theodora. About.com Women’s history. http://womenshistory.about.com/od/medbyzantempress/a/theodora.htm
-Theodora. Encyclopaedia Britannica. Tomo 11. Edición 1995, Chicago.
-Gill NS. Justinian. About.com. Ancient/classical history. http://ancienthistory.about.com/od/emperors/p/Justinian.htm
-Isabel Barceló. Teodora, de prostituta a emperatriz. ArqueHistoria. http://arquehistoria.com/teodora-de-prostituta-a-emperatriz-de-bizancio-15687


miércoles, 22 de abril de 2015

EL LÍDER DEL GUETO

El 19 de abril de 1943 se produjo el levantamiento del gueto de Varsovia, la última reacción desesperada de supervivencia de los judíos allí encerrados. El gueto fue creado por el ejército alemán en 1940 como campo de tránsito de las deportaciones hacia la solución final. En un principio vivieron allí 400.000 judíos en condiciones de hacinamiento infrahumano y para los últimos días solo quedaban alrededor de 50.000.

Soldado alemán inspeccionando a un grupo de hombres en el gueto de Varsovia

En esa situación límite donde diariamente sus habitantes morían de fiebre tifoidea, tuberculosis, desnutrición o enviados en los trenes de la muerte para ser gaseados por los alemanes en Treblinka, cada uno trataba de sobrevivir como podía. Muchos adoptaron una actitud pasiva y se limitaron a esperar la muerte en sus diversas formas. 

Otros perdieron todos los principios y en su desesperación por salvarse se convirtieron en judenrats, consejos formados por los nazis y que se encargaban de diversas tareas, como censar a la población judía, inventariar sus bienes para facilitar su confiscación por los nazis, elaborar las listas de personas que debían ser deportadas hacia los campos de exterminio y perseguir a quienes huían o se escondían. Formaron parte de una estructura diabólica y siniestra creada por las fuerzas de ocupación alemanas para descargar parte de la culpabilidad en los propios judíos. Tarde o temprano, a pesar de la sumisión al ejército enemigo, casi todos los Judenrats terminarían en las cámaras de gas de Treblinka o asesinados por los propios judíos.

Finalmente, estaban los que en situaciones extremas se convierten en imprescindibles, son aquellos que piensan poco en la salvación de sí mismos y ponen todo su esfuerzo en la de los demás. A esta estirpe pertenecía Mordejai Anilevich.


               Mordejai Anilevich (1919-1943)

Los padres de Anilevich habían emigrado de Galitzia, una región de los Cárpatos en Europa del Este y se habían instalado en una ciudad al norte de Polonia que llevaba el impronunciable nombre de Wyszków. Allí nació Anilevich en 1919 y la familia luego se trasladó a Varsovia. 

Tanto en el poblado de su nacimiento como en la capital del país, Anilevich tuvo que convivir con el fuerte antisemitismo que siempre predominó en la sociedad polaca. Los insultos y peleas con vecinos y compañeros de escuela fueron una constante durante su infancia y adolescencia. Mordejai los enfrentaba, incluso en desventaja numérica o ante muchachos mayores que él. Por su bravura, más de una vez le dijeron “¡No pareces judío!“. También aprendió a tenderles celadas.

Ese ambiente hostil le fortaleció la idea de apoyar al grupo Betar, organización fundada por el judío ruso Vladimir Jabotinsky uno de los principales precursores del sionismo. Más tarde, Anilevich formó su propio grupo y cuando se instituyó el gueto de Varsovia, se las ingenió para escapar en varias oportunidades y recabar información sobre lo que acontecía afuera. Lo lógico y lo que hubiera hecho cualquier individuo común hubiera sido no volver jamás al gueto, pero Anilevich regresó para concientizar a sus habitantes y advertirles de lo que les esperaba si no ejercían alguna resistencia. Es importante destacar el contexto de desinformación en el cual los judíos pasaban sus días. Pocas noticias entraban al gueto provenientes de afuera y era imposible constatar lo que ocurría del otro lado de los muros.

             Gente del gueto marchando hacia los trenes de la muerte

Paralelamente a sus campañas de información, Anilevich mediante contactos con grupos de resistencia, logró introducir diversas armas cortas dentro del gueto. Después de la deportación masiva de 1942, se incorporó al grupo judío de resistencia conocido como ZOB. Cuando en enero de 1943 los alemanes intentaron un nuevo traslado de 30.000 judíos, los guerrilleros salieron de sus bunkers, se mezclaron con el rebaño y atacaron a los alemanes empuñando las escasas armas que les había provisto la resistencia polaca, rescatando a varios miles que pudieron huir.

La inesperada resistencia opuesta por las organizaciones judías de combate tomó de sorpresa a los alemanes, obligándoles a interrumpir temporariamente las deportaciones y buscar medios y formas de apresar a sus víctimas. Anilevich aprovechó la tregua para una nueva reorganización y fortaleció la capacidad de lucha de los grupos. Se ocupó de adiestrar a los jóvenes y a proveerles de armas.

El 19 de abril de 1943, siendo el aniversario del nacimiento de Hitler, los nazis pretendieron festejar su cumpleaños realizando una nueva deportación masiva. En ese preciso día comenzó aquella epopeya conocida como el Levantamiento del gueto de Varsovia. La consigna de Anilevich para participar del movimiento era: “el que quiere sobrevivir, que no forme parte. Aquí los que peleamos sabemos que vamos a morir”. La resistencia luchó fieramente y lograron repeler a los soldados alemanes sorprendidos ante la violencia del ataque, causándoles numerosas bajas. Sin embargo, la desigualdad de fuerzas hizo que los judíos terminaran refugiándose en los distintos escondrijos de las casas. Los altavoces de los alemanes les exigían que salieran, pero nadie se hizo visible. Entonces decidieron incendiar el gueto quemando y asfixiando a los habitantes.


                                          Quema del gueto de Varsovia

El 8 de mayo, tras semanas de confrontación, los alemanes finalmente ingresaron al bunker de la calle Mila 18 en el que se encontraban Anilevic y Mila Fuchrer su novia y compañera de lucha. El bunker cayó ese mismo día y el levantamiento fue finalmente reprimido. Anilevich murió junto con gran parte de los que lo acompañaban. Según algunas fuentes cayó en combate, mientras que otras señalan que se suicidó.

En un extracto de la que se supone su última carta, el joven Mordejai Anilevich, que sólo tenía en ese momento veinticuatro años escribió la siguiente nota: “Es imposible poner en palabras lo que hemos pasado. Una cosa es clara, lo que aconteció excedió nuestros sueños más osados. Es imposible describir las condiciones en que viven los judíos del gueto. Sólo unos pocos podrían mantenerse firmes. El resto morirá tarde o temprano. Su destino está decidido”. “Gracias a nuestro transmisor escuchamos un maravilloso reportaje sobre nuestro combate en la radio Shavit. El ser recordados más allá de las murallas del ghetto nos alienta en la lucha. Que la paz sea contigo, amigo. Quizá nos volvamos a encontrar.”

En el informe del 13 de mayo de 1943, el general Jurgen Stroop decía: “180 judíos, bandidos y subhumanos han sido aniquilados. El sector judío de Varsovia ya no existe. Las operaciones a gran escala finalizaron a las 20:15 horas al hacer explotar la sinagoga. El número total de judíos con lo que se actuó fue: 56.065, incluyendo judíos capturados y judíos cuya exterminación puede ser probada”.

Me pregunto qué pensaría Anilevich ante el Israel actual con el que tanto soñó. Con Benajmin Netanjahu como presidente y su canciller Avigdor Lieberman, ambos de la más rancia ultraderecha. ¿Se pondría del lado de la política de Israel o su simpatía se volcaría hacia los palestinos cuya situación guarda varias semejanzas con el gueto por el cual luchó?

                     Monumento en homenaje a Mordejai Anilevich en Israel

Ezequiel Eiben. Mordejai Anilevic, el héroe. 30/12/2009. http://ezequieleiben.blogspot.com.ar/2009/12/mordejai-anilevich-el-heroe.html

Elina Malamud. La rebelión de los judíos. Página 12, 19/04/2015.



miércoles, 15 de abril de 2015

EL LIBRO DE GALEANO



                                      Eduardo Galeano (1940-2015)

Murió Eduardo Galeano y no voy a mencionar la palabra “intelectual” porque le producía aversión, sino que me limitaré a decir que lo admiraba y respetaba por su intachable línea de conducta y por sobre el grado de esclarecimiento que tenía sobre América Latina, su política, su historia y su vapuleada economía.

Hay tantas y tan buenas semblanzas sobre Galeano que sería ocioso agregar una más, pero me limitaré a discurrir mi relación con el libro que lo hizo famoso: Las venas abiertas de América Latina.

Creo que lo adquirí muy poco después de que salió a la venta, es decir entre 1971 y 1972. Con estilo sencillo me abrió el cerebro sobre temas de la historia que no estaban incluidos en los programas escolares. Los conquistadores españoles no eran lo que yo creía: caballeros armados que a machete limpio recorrieron las selvas de nuestro continente fundando ciudades en el nombre de Dios y de Carlos V. Lo que no se agregaba es que en su mayoría se trataba de aventureros, muchos de ellos analfabetos, pero todos soberbios, despiadados y con una avidez insaciable por el oro. Consideraban a los indios infrahumanos y bajo el nombre de la cruz y la codicia realizaron un genocidio que quizás fue el más grande en la historia de la humanidad.

El libro también me enseñó que los imperialismos, primero el británico y después el norteamericano, reemplazaron con bastante más elegancia, un poco de pudor y mucha hipocresía a la avidez de poder de los conquistadores. También aprendí gracias a Galeano que el Combate de la Vuelta de Obligado fue un hecho real que frenó a una flota franco inglesa que pretendió introducirse por el río Paraná.

De historia de América Latina en la escuela, poco o nada nos enseñaron y como los medios informativos estuvieron siempre dependientes de agencias extranjeras, nunca supimos con claridad cómo la política de Washington desequilibró gobiernos y generó golpes de estado para que sus empresas pudieran actuar con total libertad.

Centroamérica fue el subcontinente más afectado; muy vagas eran las noticias que nos llegaban del golpe sangriento que derrocó a Jacobo Arbenz en Guatemala, las luchas de Sandino en Nicaragua, la dictadura de Trujillo en República Dominicana. “Es un hijo de puta”, señaló un senador y el entonces presidente Roosevelt le contestó: “Efectivamente es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. 

Los Estados Unidos siempre miraron para otro lado ignorando el grado de corrupción y riqueza que atesoraron sus “hijos de puta” como Trujillo, Somoza, Noriega y otros tantos impuestos tras los desembarcos de marines en los respectivos países, para después soltarles la mano cuando ya no servían a los intereses de Washington.

Todos esos episodios los conocí leyendo el libro de Galeano, que también me enseñó que el imperio del norte no actúa si no cuenta con el núcleo necesario de cipayos locales. Que el FMI y el Banco Mundial trabajan para Estados Unidos y que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), constituida por los dueños de los grandes medios no emite jamás una denuncia por la muerte de periodistas que delatan los abusos de intereses y capitales foráneos.

Ya en nuestro continente, Galeano cita en su libro los movimientos que derrocaron a Goulart en Brasil e instauraron la dictadura en Uruguay, recurriendo al nuevo mecanismo de golpes blandos, donde se destacó el torturador de la CIA Dan Mitrione.


Las venas abiertas de América Latina en la cuarta edición de 1973

Durante los años de plomo vi por TV al coronel Gorleri, transmitiendo en cadena, que se aprestaba a realizar una quema purificadora de los “libros malditos” que dañaban el prístino ideario occidental y cristiano, según el retorcido entendimiento de los uniformados. Gorleri estaba sentado y en una mesa había un pilón de libros que señaló diciendo en un fundamentalismo desbocado: ”estos libros se queman por Dios, patria y hogar”. Los fue tomando de a uno y mostrando la tapa ante la cámara mencionaba el título. 

Dos de ellos estaban en mi biblioteca: Las venas abiertas de América Latina y Los condenados de la tierra de Franz Fanon. El primero lo resaltó como si se tratara del demonio y lo tiró con desprecio al suelo y así siguió hasta que se interrumpió el programa porque daba para varias horas, tantos eran los textos considerados malditos.

Ese mismo día retiré todas las obras sospechosas de mi biblioteca y las metí en una caja. Con suspiros de alivio, porque en cualquier momento una patrulla podía detenerme para revisar el auto, llegué al departamento de unas tías y les dije que traía unos libros que quería guardar bien escondidos. Ellas comprendieron y me señalaron el altillo. Ya durante el gobierno de Alfonsín, recuperé nuevamente aquél tesoro y miré con cariño los textos que salvé de las llamas del odio, la ignorancia y el fanatismo. Los acaricié uno por uno, especialmente la tapa de la primera edición de Las venas abiertas de América Latina y los reubiqué nuevamente en la biblioteca de donde nunca debieron haber salido.

En 2009, en una reunión de UNASUR en Puerto España, el presidente Chávez de Venezuela, le regaló a Barack Obama un ejemplar de Las venas abiertas de América latina. Le dijo que era importante y que lo leyera ante el gesto de sorpresa del presidente norteamericano. Seguramente no lo leyó, en gran parte porque no le interesa la historia, como lo hizo saber en la última Reunión Cumbre de las Américas y que mereció, días después, un comentario irónico por parte de la presidenta Cristina quien señaló con la retórica impecable que la caracteriza, que a ella le gustaba mucho la historia y que nos enseña a evitar los errores del pasado.

    Hugo Chávez le entrega a Barack Obama un ejemplar del libro

Osvaldo Bayer, uno de sus entrañables amigos lo despidió de esta manera: “Cuando me enteré de su muerte salí a la calle y dije en voz alta: murió el mejor de todos. Tenía tantas cualidades, sabía expresarse tan bien y lo hacía en un idioma llano para que lo entendieran todos. Su libro que para mí es la Biblia latinoamericana, dice las cosas más profundas. Ese era Galeano, un hombre del pueblo, que escribía para el pueblo y quería más justicia social. Su libro debería figurar en los programas de enseñanza escolar”.

Eduardo Galeano en sus últimos años pudo darse el gusto de ver que los países más grandes de América Latina eran conducidos por líderes esclarecidos que con políticas sociales y económicas contracíclicas estaban revirtiendo el inmenso daño sufrido durante siglos y que él describió con sencilla claridad en Las venas abiertas de América Latina.






miércoles, 8 de abril de 2015

LAUTARO

El niño Felipe
Lo llaman Felipe, pero también le dicen Felipito o Felipillo, según el grado de humor de sus dueños: el conquistador Pedro de Valdivia y su fiel amante Inés Suárez. En realidad su verdadero nombre es Lautaro que en idioma mapuche significa “carancho veloz”, pero cuando tenía 11 años fue capturado en una redada que hicieron los españoles y fue puesto al servicio de Valdivia, el gobernador de Chile y jefe del fuerte de Santiago. Desde 1541 el militar español y sus hombres tratan infructuosamente de dominar a los mapuches a quienes llamaban araucanos.
             Pedro de Valdivia (1497-1553)

Felipe es un “yanacona”, término equivalente al de auxiliar o ayudante, pero en realidad los yanaconas son prisioneros esclavos encargados de todas las tareas pesadas en la pequeña comunidad, incluyendo el transporte de la logística durante las expediciones que Valdivia lleva a cabo para exterminar a los mapuches.

Sin embargo, Felipe goza de un trato especial, es sumiso y obediente y pronto aprende el idioma castellano y registra en su mente los hábitos y costumbres de los conquistadores. Es un muchacho contemplativo y silencioso capaz de pasarse horas inmóvil en profunda meditación. “Es flojo como todos los de su raza”, decían de él los soldados.

Los criados tienen prohibido montar los caballos bajo pena de azote, pero con Felipe se hace una excepción, ya que él los alimenta y es capaz de domarlos sin violencia. Pronto aprende a cabalgar, se pega sobre el animal hasta formar una unidad entre el hombre y la bestia. No usa montura ni espuelas, guía al caballo con una leve presión de sus rodillas y lleva las riendas en la boca de manera de tener las manos libres para usar el arco y las flechas. Puede montar a la carrera y hacer toda clase de piruetas sobre el lomo del animal, ante la mirada asombrada de los españoles que tratan infructuosamente de imitar sus habilidades.

Felipe es capaz de echarse sobre sus espaldas más peso que cualquier hombre adulto. Invierno y verano se baña en las aguas heladas del río Mapocho y los españoles que huyen del agua como del fuego, suelen treparse a la empalizada y cruzar apuestas sobre su resistencia en el río.
En más de una ocasión, Felipe es testigo de los escarmientos a los que Valdivia somete a los derrotados mapuches, mutilando a los prisioneros y liberándolos después, sin nariz y sin una mano, como ejemplo para evitar futuras rebeliones. En el interior del muchacho se empieza a gestar el proyecto de vengar a su pueblo de estos invasores que se quieren apoderar de sus tierras, de sus alimentos y de sus mujeres.

Nace Lautaro
Una mañana, uno de los vigías del fuerte informa que Sultán, el alazán preferido de Valdivia había sido decapitado y su cabeza clavada en una pica. La simultánea desaparición de Felipe lo transformó en el culpable inmediato del asesinato del caballo, algo que resultaba inexplicable ya que el muchacho tenía especial cariño por el animal.

Felipe deja toda su ropa y parte desnudo hacia la selva, lo del caballo fue sin duda un rito, un acto de separación definitiva de ese mundo que no es el suyo sino el de los enemigos de su raza. Corre por la ribera del Mapocho, oculto en la vegetación de cañas y helechos, cruza a nado el río que lo lava por dentro y por fuera dejándolo limpio del olor de los huincas. Cuando surge en la otra ribera se transforma en Lautaro el joven de 19 años, mientras que atrás quedó para siempre el Felipe que fuera capturado cuando era niño. Se presenta ante los suyos y éstos inmediatamente se dan cuenta que será el líder que los conducirá a la victoria.



             Busto de Lautaro en Cañete, Chile

Lautaro demuestra sus naturales dotes de conductor innato, le enseña a su gente no solo a perder el miedo a las cabalgaduras, sino a montarlas y a utilizar el caballo como un ser entero, tomándolo como una extensión corpórea para combatir. Convoca reuniones a campo abierto y les explica las artes marciales diseñando tácticas como el abandono del ataque masivo para reemplazarlo por pelotones que actúan separados y en forma de oleadas sucesivas. Nada escapa a su nueva doctrina de la guerra, consistente en emboscadas de guerrillas, el empleo de boleadoras para inutilizar los caballos y nuevas armas que sean más eficaces contra las armaduras de los españoles. De ahora en adelante, el terreno para los combates lo eligirá él y con ese fin, monta un sistema de espionaje para conocer en forma permanente la ubicación del enemigo.
De esta manera, teniendo la autoridad de su pueblo es elegido toqui, jefe máximo en estado de guerra para dirigir una serie de sublevaciones contra los españoles, quienes hasta el momento se paseaban victoriosos en todo el ámbito del Biobío.

Continuamente arenga a sus guerreros con discursos elocuentes: “Nuestra ventaja es el número y el conocimiento del bosque. Los huinca no son invencibles, duermen más que nosotros, comen y beben demasiado y necesitan esclavos que les trasporten sus pertrechos porque los agobia el peso de sus armaduras. Se comportan como demonios, en el norte quemaron vivas a tribus enteras. Pretenden que aceptemos a su dios clavado en una cruz, dios de la muerte, que nos sometamos a su rey, que no es de estas tierras y que no lo conocemos. Vamos a molestarlos sin tregua, seremos como avispas y tábanos. Yo les digo hermanos que nunca seremos sus prisioneros. Moriremos peleando.”

     Pedro de Valdivia es atrapado en una emboscada 

A mediados de diciembre de 1553 Valdivia se dirige hacia el sur a controlar el fuerte Tucapel. Sus movimientos son observados por los espías mapuches que siguen la columna desde las alturas de los cerros. Valdivia se extraña de no recibir noticias del fuerte y de no ser hostigado en el camino.

El día 24 de diciembre, decide tomar rumbo a Tucapel, esperando encontrar allí a Gómez de Almagro. La tranquilidad y los espóradicos avistamientos de indígenas a lo lejos le despiertan sospechas y envía una avanzada a cargo de Luis de Bobadilla con cinco hombres para que exploren el camino y den información de la presencia del enemigo. Nunca más los vuelve a ver.
El día de Navidad inicia temprano la marcha y al llegar a las inmediaciones le extraña el silencio absoluto reinante. Al arribar a la loma donde está el fuerte de Tucapel, solo encuentra restos humeantes. Súbitamente del bosque surgen los mapuches lanzando sus alaridos de guerra. Con mucho valor y resolución los españoles logran descomponer la carga mapuche y los indios después de varias horas de lucha encarnizada desaparecen en la selva. Por un instante Valdivia cree que la victoria estaba de su lado, pero recibe la desagradable sorpresa de nuevos escuadrones de indígenas que se presentan al combate y nuevamente los agotados soldados tienen que rearmar líneas y cargar con la caballería. Valdivia, al ver perdida la batalla, dispone la retirada pero el propio Lautaro le cae por el flanco produciendo el desbande. Es justo lo que Valdivia no desea y los indios surgen como oleadas sobre los españoles aislados. Sólo Valdivia y el clérigo Pozo, que montan muy buenos caballos, logran tomar camino de huida. Pero al cruzar unas ciénagas, se empantanan los animales y son capturados.

Sobre la muerte de Valdivia hay distintas versiones, desde que lo mataron de un mazazo hasta la que relata que fue llevado al campo mapuche donde le dieron muerte después de tres días de atroces torturas. Esta segunda versión es probablemente la más ajustada a la realidad. El odio mutuo que había entre ambas partes es infinito y los prisioneros son sometidos a todo tipo de suplicio ya fuesen indios en manos de los españoles o éstos cuando son atrapados vivos por los mapuches.

Durante los cuatro años siguientes Lautaro y sus huestes atacan a los conquistadores en numerosas oportunidades, venciéndolos en la mayoría de las ocasiones. Se dice que fue entonces que dijo su famosa frase: “Yo soy Lautaro, que acabé con los españoles; yo soy el que los derroté en Tucapel y en la cuesta. Yo maté a Valdivia, y puse en huida a Villagrán. Yo les maté sus soldados; yo abrasé la ciudad de Concepción”.

La serie sucesiva de triunfos hizo que Lautaro descuide su seguridad y el 30 de abril de 1557 su campamento es atacado por sorpresa pereciendo en el combate. Fue sucedido por Caupolicán, valiente e intrépido, pero sin la capacidad estratégica de Lautaro. En uno de los encuentros con los españoles fue hecho prisionero y ajusticiado mediante empalamiento. 

El Legado de Lautaro
La Logia Lautaro creada en el siglo XIX en Londres por Francisco de Miranda, lleva su nombre por el ejemplo de resistencia ante los españoles. Es considerado como un gran estratega en la guerra de guerrillas al saber aplicar los conocimientos que adquirió en la lucha contra Valdivia. Se especula que si los imperios Inca y Azteca hubieran tenido conductores militares como Lautaro, la conquista española se hubiera demorado un par de siglos más.
Así comienza el poema que le dedicó Pablo Neruda en su Canto General:
Lautaro era una flecha delgada.
Elástico y azul fue nuestro padre.
Fue su primera edad sólo silencio.
Su adolescencia fue dominio.
Su juventud fue un viento dirigido.
Se preparó como una larga lanza.
También lo elogió Alonso de Ercilla en su obra La Araucana
Fue Lautaro industrioso, sabio, presto,
de gran consejo, término y cordura,
manso de condición y hermoso gesto,
ni grande ni pequeño de estatura;
el ánimo en las cosas grandes puesto,
de fuerte trabazón y compostura;
duros los miembros, recios y nervosos,
anchas espaldas, pechos espaciosos.

Caupolicán
Es algo formidable que vio la vieja raza:
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.
Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar un toro, o estrangular un león.
Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.
«¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: «Basta»,
e irgióse la alta frente del gran Caupolicán.
Ruben Darío. Libro Azul

Isabel Allende. Inés del alma mía. Editorial Sudamericana, Buenos Aires 2006.




jueves, 2 de abril de 2015

LOS HOMBRES QUE SE ENAMORABAN DE LAS MUÑECAS




                                                    Galatea y Pigmalión.

El mito de Pigmalión
Ovidio era un poeta romano que nutría gran parte de su temática recurriendo a la mitología griega. En el libro décimo de su obra Metamorfosis relata la historia de Pigmalión, el rey de Chipre, un personaje con fuerte misoginia que consideraba que las mujeres eran imperfectas. Finalmente, en su obsesión por rechazar toda compañía femenina, decidió que permanecería soltero por el resto de su vida.

En su soledad, decidió distraerse empleando el tiempo en crear una figura femenina perfecta, el ideal que nunca había logrado encontrar en las mujeres de carne y hueso. Como era un excelente artista, al poco tiempo terminó su escultura realizada en marfil. Pigmalión se quedó observando largo rato aquella doncella de tamaño natural y se llenó de orgullo por haber esculpido una figura de rasgos tan perfectos y delicados. Pronto quedó obsesionado por su obra y pasaba horas enteras contemplándola. Empezó a dirigirle frases de amor, la acariciaba y la besaba. Le traía regalos que depositaba al pie de la estatua, le colocaba collares y brazaletes. De más está decir que estaba totalmente poseído de amor y pasión por su criatura de marfil, a la cual llamaba Galatea.

Un día Pigmalión organizó una celebración fastuosa en la isla de Chipre en honor a la diosa Venus y, estando ella presente, le suplicó que le diera vida a su amada estatua. La diosa atendió sus ruegos y elevó la llama del altar del escultor tres veces más alto que la de otros altares. Al día siguiente, como era su costumbre cotidiana, Pigmalión contempló largamente a Galatea y al besarla notó que su piel era tibia, le acarició los senos y el marfil se hundió ante la presión de los dedos. Galatea se había transformado en una mujer real. Exultante, se abocó a los preparativos de la boda, donde la principal invitada fue la diosa Venus.

El mito de Pigmalión y Galatea atrajo la atención de numerosos artistas, pintores, compositores y escultores. Fue llevado al teatro, al ballet y a la lírica, y seguramente Offenbach, cuando compuso Los cuentos de Hoffmann, se inspiró en esta historia para crear a la muñeca Olimpia. Bernard Shaw escribió su obra de teatro Pigmalión, que dio inspiración a la excelente comedia musical Mi bella dama.

Esta profusión de material en todas las áreas de la creatividad no es casual. Más de un psicoanalista o un psiquiatra se enfrentó durante su actividad profesional con individuos que se enamoraron de maniquíes, como en la canción de Joan Manuel Serrat De cartón piedra. Si no fuera así, no existiría la industria de las muñecas inflables. El cine no permaneció ajeno y sacó provecho del mito griego en dos excelentes producciones que seguidamente se describen.

Lars y la chica real 


Escena de la película en que Lars (Ryan Gosling) presenta a Bianca ante la atónita mirada de su hermano y de su cuñada. Lars y la chica real se estrenó en 2007 con la dirección del norteamericano Craig Gillespie.

Lars es un muchacho retraído y bonachón que en sus treinta años de existencia no ha tenido relaciones sexuales con mujeres. No es ni misógino ni homosexual, simplemente sufre una gran timidez que le imposibilita profundizar vínculos con el sexo opuesto. Habita en la parte trasera de la casa de su hermano mayor Gus y su cuñada Karin, quien está embarazada. Es muy metódico y tiene su vivienda prolijamente ordenada y decorada.Tanto Karin como otros conocidos de Lars lo acosan con que debe tener una novia, pero su timidez le impide dar ese paso y recurre a una solución alternativa, que es además insólita y bizarra.

Finalmente un día Lars anuncia a Gus y a Karin que tiene una novia llamada Bianca, mitad dinamarquesa y mitad brasileña, y quiere que la conozcan. Ellos están encantados, por fin Lars salió de su ostracismo con las mujeres; y esa misma noche lo invitan a cenar con su pareja. Cuando llega el momento y Gus abre la puerta, queda rígido de asombro ante semejante sorpresa. Sonriendo, Lars introduce en silla de ruedas a una exuberante morocha, elegantemente vestida para la ocasión. 

El detalle disonante es que se trata de una muñeca inflable. La escena es impactante y tragicómica; durante la comida hay un silencio absoluto, Gus y Karin no salen de su estupor mientras Lars le habla a Bianca con toda naturalidad.


                                    Otra escena de la película

Para Gus, su hermano ha perdido el juicio y debería estar encerrado en un instituto psiquiátrico. Un aspecto que lo preocupa enormemente es la reacción de la pequeña comunidad en que habitan, un pueblo donde todos se conocen. Llegan así a la consulta de la doctora Dagmar, y ésta es una parte brillante de la película, magníficamente interpretada por todos los protagonistas. La psiquiatra, en lugar de confrontar a Lars con la realidad, decide seguirle el juego, actitud que es imitada por el resto de la población, que incorpora a Bianca como una habitante más.

Finalmente aparece una compañera del trabajo que hace tiempo está enamorada de Lars. Lentamente él va entrando en la realidad y termina destruyendo a Bianca y reemplazándola por esta mujer de carne y hueso. La muñeca cumplió su función de objeto transicional, fue el vínculo ilusorio de la psicosis circunscripta de Lars. La película tiene un final feliz.


No es bueno que el hombre esté solo

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
Génesis 2:18-23.

     Póster de la película del director español Pedro Olea, filmada en 1973.

Martín (José Luis López Vázquez) es un hombre solitario e introvertido. Vive en una ciudad industrial y brumosa, aislado en un chalet donde ha creado un mundo propio que comparte con Elena (Carmen Sevilla), una muñeca a la que trata como si fuera su esposa en todos los sentidos. Es de antología del cine la escena en la que Martín monta un divertido número musical para dar la bienvenida a Paula, la hermana de la muñeca. El dominio expresivo del inolvidable actor no deja de sorprender a lo largo del relato, y los diálogos que mantiene con la muñeca son de una especial brillantez; en un momento dado ella hasta llega a sentir celos de su hermana.
En unos apartamentos vecinos viven Lina, una prostituta, y su hija Cati, una niña demasiado curiosa. Cati descubre la verdad escondida tras los muros de Martín. Poco a poco, su vida irá siendo dominada por Lina y su mundo, hasta el punto de que ésta y su hija se instalan en su casa. Mauro, el amante y además chulo de Lina, con su agresivo comportamiento, precipitará la tragedia.
Las dos películas presentadas muestran la relación de un vínculo ilusorio que fue designado por Kraepelin como parafrenia, es decir, una psicosis circunscripta a un área excluyente de la vida de ese sujeto que no se acompaña de deterioro intelectual ni evoluciona hacia la demencia, pero se asemeja a la esquizofrenia por sus construcciones delirantes, ricas y mal sistematizadas. En ambos casos los personajes son hombres tímidos, retraídos y solitarios, y la incapacidad de profundizar una relación formal con el sexo opuesto los lleva a buscar un sucedáneo artificial de mujer.