martes, 19 de agosto de 2014

EL PODER DE LA GENÉTICA

Victor Penchaszadeh es genetista, investigador y activista por los derechos humanos. Actualmente se desempeña como profesor en la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York. La siguiente es una conferencia que dio en un foro de estudiantes universitarios en Buenos Aires.

                   Víctor Penchaszadeh

En noviembre de 1982, me encontré en la ciudad de Nueva York con Estela Carlotto y Chicha Mariani, abuelas de Plaza de Mayo, que habían llegado a la ciudad para denunciar ante Naciones Unidas los crímenes contra la humanidad que había perpetrado la dictadura en Argentina, especialmente el robo de bebés. Me traían la preocupación de cómo iban a identificar a los que eran nietos de las abuelas una vez que retornara la democracia y se pudiera empezar a localizar a los niños apropiados.

           Estela de Carlotto y Chicha Mariani

Entonces me lanzaron un desafío, desafío imposible de rechazar porque me dijeron: ¿Qué puede haber más importante para un genetista argentino que encontrar el método para poder identificar genéticamente a los nietos robados?

Ustedes se preguntarán que estaba haciendo yo en Nueva York en ese momento. Ocurre que siete años atrás, en diciembre del año 75 antes del golpe militar, yo ya era un médico especializado en genética y trabajaba en la ciudad y tenía a mi esposa y a mis hijos. Fue entonces que se introdujo en mi casa una patota de la Triple A. Luego de dos horas de golpes e interrogatorios, tres matones me bajaron hasta la calle con una mordaza en la boca, los ojos vendados y las manos atadas atrás. Y así y todo no pudieron llevarme. Eran las cinco de la tarde, pasaba mucha gente que parecía no ver nada. Cuando atisbé la puerta abierta del auto al que me empujaban, me resistí con todas mis fuerzas. No me pudieron meter en el coche y vaya a saber qué instrucciones tenían pero se fueron y desistieron de su intento. La gente se acercó, me sacaron la venda de los ojos. Fue un viernes: el lunes partí a Venezuela sin pisar mi casa, a la que nunca volví. Yo no estaba en partido alguno, no tenía existencia clandestina ni estructura que me apoyara. A los dos meses viajaron mi mujer y mis hijos, que tenían tres y seis años. Poco después vino el golpe y lo que pensé sería una breve estancia, se transformó en un largo exilio.

Primero estuve 5 años en Caracas y de allí me trasladé a Nueva York donde viví y trabajé durante 25 años en varios hospitales y en la Universidad de Columbia en Nueva York. Me dedique a la investigación para la prevención y el tratamiento de las enfermedades genéticas.

Ahora bien, para un genetista como yo con conciencia social y activista de derechos humanos, era un poco incómodo el rótulo de genetista, porque yo sabía que en el pasado, la genética había sido utilizada justamente para violar los derechos humanos. Desde la época en que la humanidad fue dividida en compartimientos estancos llamados razas y además en formas jerárquicas, porque la raza más valiosa era la blanca y la menos valiosa era la negra o africana. 

Estas ideologías permitieron y justificaron cristianamente el mercado de esclavos, ya que se sostenía que los negros no tenían alma y eran seres inferiores. Pero después, también a través de la formulación de una doctrina pseudo científica que se denominó “eugenesia”, es decir nacer “bien”, que pretendió discriminar entre la gente respecto a quienes podían y quienes no debían tener descendencia. La decisión dependía de acuerdo a sus caracteres, si eran deseables o indeseables, definidos obviamente por criterios emanados del poder de turno.

A comienzos del siglo XX en los Estados Unidos se llevaron a cabo acciones como cuotas inmigratorias y esterilizaciones forzadas. En otros países se realizaron decenas de miles de esterilizaciones a personas que el sistema, según su criterio e ideología consideraba no aptos para tener descendencia, hasta llegar al holocausto perpetrado por los nazis, pero justificado ante ellos. O también por una doctrina pseudocientífica y falsa de la genética, que ellos llamaron higiene racial. Lo más grave de esta actitud aberrante es que estuvo apoyada por los más destacados genetistas alemanes de la época.

En los Estados Unidos las leyes de eugenesia aún están en vigencia en varios estados. Desde 1909 hasta 1960 fueron esterilizadas involuntariamente alrededor de 60.000 personas. Muchos otros países la practicaron y aún la practican, siendo la Alemania nazi la que desarrolló los métodos a su máxima expresión, incluyendo la muerte. La prisión de San Quentín (foto), en California fue uno de los principales lugares de eugenesia.

Volviendo al desafío de las abuelas, me pareció que sería una excelente oportunidad para la disciplina de la genética, la posibilidad de ponerla a funcionar a la defensa de los derechos humanos. Al principio, el problema no parecía complicado, porque por entonces se estaban haciendo pruebas de paternidad. Se medían algunas sustancias heredables en la sangre y se establecía con marcadores genéticos la paternidad o maternidad de un bebé.

En genética todo es probabilidad y esa probabilidad de paternidad es lo que se llama el índice de paternidad. El problema es que en el caso argentino de niños robados fueron sustraídos a padres que fueron desaparecidos. Pero también sabemos que nuestros genes están presentes en nuestros cuatro abuelos. O sea que disponíamos de la metodología tanto de laboratorio como estadística para proceder en la investigación.

¿Pero era así realmente; como se puede pasar de una prueba de paternidad a una prueba de abuelidad? No es tan sencillo porque todo este cálculo estadístico-matemático de probabilidades hace que se pierda certeza al saltear una generación. Para resolver el problema se desarrolló un trabajo en equipo entre genetistas, epidemiólogos, estadísticos y matemáticos para reformular las estadísticas y las probabilidades, teniendo en cuenta de que para determinar abuelidad, estábamos salteando la generación desconocida de los padres.

Y esto fue lo que se dio en llamar “índice de abuelidad”. El programa y la formulación estadística estuvo en condiciones de ser aplicado para el retorno de la democracia y se utilizó para la primera recuperación de identidad de una nieta robada que fue Paula Eva Logares quién por entonces tenía 7 años.

                                         Paula Eva Logares

En una línea semejante, está trabajando el equipo argentino de antropología forense, cuya misión es diferente porque está abocada a identificar los restos óseos. Ambas líneas de investigación, ligadas a la vigencia de los derechos humanos, alcanzaron un extraordinario progreso en las últimas décadas, gracias a los avances increíbles en la capacidad de analizar el ADN, que permitió obtener información más certera y más económica.

Es importante señalar los cambios que se produjeron a nivel social, ético y político, ya que el reclamo de abuelas en los primeros años de la democracia se cristalizó en una ley que creó el Banco Nacional de Datos Genéticos. Este avance permitió almacenar las muestras biológicas de los posibles abuelos en una base de datos contra la cual se compara el niño, hoy adulto joven que es localizado o que tiene sospechas de ser hijo de desaparecidos.

Así es como a lo largo de casi 30 años 114 nietos recuperaron su identidad. Este logro dependió de la tecnología, de la respuesta de la sociedad política a través de las leyes. Sin embargo no hubiera sido posible sin la lucha, el tesón, la perseverancia y la resiliencia de nuestras queridas abuelas.
              Víctor Penchaszadeh con Estela de Carlotto

Uno se podría plantear que la genética es todopoderosa, ya que analizamos un ADN y sabemos de qué se trata. Pero no es tan así, cada uno de nosotros posee una carga de 25.000 genes heredados de nuestros padres, a lo cual hay que agregar la interacción con el medio ambiente, social, político, económico, químico y biológico que nos rodea desde que nacemos y durante toda la vida. Esa interacción entre genoma y ambiente es la que determina todas nuestras características. En otras palabras, un genoma es solo tan bueno como en el ambiente en el que se encuentra. Esta es una lección que me costó aprender como genetista que soy, pero la tengo asumida en base a la experiencia y a la práctica.

Una ciencia no es buena ni mala, depende de cómo se usa y quién la usa y con respecto a la genética con que control social democrático se utiliza. Como genetista, me siento inmensamente feliz de haber podido contribuir a que la genética encuentre su camino y su derrotero, vinculada como no puede ser de otra manera a la defensa de los derechos humanos y camino del que espero que no se aparte jamás. Muchas gracias por su atención.

  Daniel Barenboim con Estela de Carlotto y su nieto recuperado, el. número 114

14 comentarios:

  1. Respuestas
    1. gracias x el envío de articulo y gracias a Ricardo x su difusión

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  2. Estela de Carlotto merece el Premio Nobel, pero con un tribunal venal que cedió ante los lobistas de Estados Unidos para que Kissinger y después Obama recibieran el premio, lo veo difícil.

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    1. Después de que lo recibieran Kissinger y Obama, el premio Nobel de la Paz está totalmente devaluado.

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  3. Buenisimo! Lo comparto

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  4. Excelente artículo, Ricardo!!! ya lo reenvié a todos mis contactos. Hay que difundirlo porque tiene doble valor, el científico y el humano.

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  5. Luisito de Laferrere21 de agosto de 2014, 7:56

    ¡Qué bueno que Ricardo haya implementado una herramienta para aprobación previa de los comentarios! Estábamos cansados de García/ingeniero fracasado que rompía la armoniá del blog con sus insultos y opiniones soeces totalmente ajenas al tema del blog.
    Felicitaciones

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    1. Gracias Luisito, el objetivo de esta nueva herramienta no es censurar ideas sino evitar basuras que afecten el estándar de El Mordaz

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  6. Difícl seguir una conversación lógica cuando hay una tregua, y abiertamente, explícitamente Hamas la rompe ya por 3ra. Vez.
    Muy bueno lo de la genética, ya ves en este caso fue todo muy comprometido y ´pormenorizado.
    Los detalles abrieron caminos.
    Lo que pusiste en el artículo de Israel/Gaza iba a otro lado, tal vez involuntariamente.

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    1. Roberto, no entiendo tu primera ni tu última frase.
      Serías tan gentil de explicarte de manera que comprenda lo que quieres decir? Disculpas. Gracias.

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  7. Gracias por el reportaje. Lo conocemos a Víctor desde que entramos a la facultad, pero conocer toda su historia es reconfortante. No tengo problemas con abrir el blog, sí con incluir mis comentarios

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  8. Se puede añadir comentario pero no contestar.
    Al menos yo.

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  9. Maravilloso: un científico humanista y la ciencia al servicio de la verdad.
    No siempre es así: son científicos los que crearon la bomba atómica, los que desarrollan medicamentos que más que a favor de la salud están a favor del lucro de los laboratorios, por nombrar sólo dos ejemplos.

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  10. Albert Einstein advirtió del potencial energético del uranio al presidente de Estados Unidos, Franklin Roosvelt.
    Lo que quizá Einstein no sabía es que la sugerencia de tomar al uranio como una importante fuente de energía sería utilizada años más tarde, para la creación de la primera bomba atómica.
    Einstein disculpado.
    Las trucheces y el lucro de la Industria Farmacéutica y quienes lo avalan para su beneficio económico, no.

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