jueves, 10 de noviembre de 2011

A 6 AÑOS DEL NO AL ALCA

                           Conmemoración en Mar del Plata del NO al ALCA

El 5 de noviembre se cumplieron 6 años del episodio en Mar del Plata en que Néstor Kirchner con el apoyo de Hugo Chávez y de otros presidentes de América latina, incluyendo Lula de Brasil, le dijeron no a George Bush en sus narices sobre su proyecto del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).

El hecho no perdió vigencia a lo largo del tiempo y fue recordado recientemente en un masivo encuentro realizado en Mar del Plata. Es bueno que esté fresco en la memoria, porque fue una de las decisiones políticas más trascendentes que detuvieron, es de esperar para siempre, la ofensiva de Estados Unidos para imponer las normas comerciales y políticas que resultarían favorables a las empresas de ese país. El famoso libre mercado, donde necesariamente el país más poderoso es el que sale beneficiado.

De haberse impuesto el ALCA: no existiría el Banco Regional, no se habría consolidado el UNASUR ni la armonía que viven las naciones de América latina. Más aún, nuestra dependencia de la economía norteamericana nos habría arrastrado junto con Estados Unidos durante la crisis iniciada en 2008 por las operaciones inescrupulosas de Wall Street.
El ALCA iba a reunir todos los efectos negativos del Tratado de Libre Comercio (TLC), experimentados en Canadá, Estados Unidos y México en los últimos siete años, extendiéndolos a 34 países más.



Las reglas del TLC darían a las corporaciones el poder de limitar la capacidad de los gobiernos para establecer normas de salud y seguridad pública, para proteger los derechos de sus trabajadores y para asegurar que las corporaciones no contaminen las comunidades en las que operan. Estas reglas atarían las manos de los gobiernos, impidiéndoles realizar políticas en el interés público y aumentarían el control de las corporaciones contra los intereses de los ciudadanos de todas las Américas.

Los efectos combinados de la devaluación del peso en 1994 y la apertura de la frontera para aumentar las importaciones desde los Estados Unidos bajo el TLC devastaron la economía mexicana, y llevaron a 8 millones de familias de clase media hacia la pobreza.

Hoy, más de un millón adicional de mexicanos trabaja por menos del salario mínimo de $3.40 al día que antes del TLC. Aproximadamente 28.000 pequeños negocios quebraron en México debido a la entrada de las compañías extranjeras. El ALCA aceleraría esa caída de los estándares laborales, y dispersaría estos efectos negativos por todo el hemisferio. Su objetivo era convertirnos en consumidores de los productos del norte y proveedores de recursos naturales y materia prima o bienes manufacturados de bajo valor agregado.

En esta tarea, cumplieron esencial papel los multimedios de comunicación empresariales (en nuestro país La Nación y Clarín entre otros) nucleados en la SIP que elogiaban al ALCA. Prolijamente ocultaron la realidad que sería la entrega de la soberanía, la capacidad de decisión, la legislación y hasta el sistema judicial a este ente supranacional.

El periodista Joaquín Morales Solá en aquella oportunidad mostró en su columna indignación por lo que consideraba un desplante a George Bush, como si se tratara de un estadista respetable y no del patán, que desequilibró la paz mundial, hizo jugosos negocios con la invasión de Iraq y arrastró a su país a la crisis económica más grave después del big crash de 1929.

Veamos los párrafos más destacados de la nota de Morales Solá: “Decepción. Esa es la palabra más habitual en Washington cuando se reclama, en medios políticos o académicos, un balance de la visita de Bush a la Argentina y de la cumbre americana en Mar del Plata. Sin rodeos: fue la peor de las tres reuniones bilaterales de Kirchner con Bush y la peor de todas las cumbres americanas que se realizaron en la última década.”

Debemos dar gracias a que tanto Kirchner como la mayoría de los presidentes latinoamericanos, aunaron sus esfuerzos para hacer fracasar las ambiciones de la Casa Blanca, que vino a hacer lobby para las empresas yanquis.
 Expresión de disgusto y bronca de Bush mientras Kirchner rechaza el ALCA en su discurso

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