martes, 9 de noviembre de 2010

El derecho al aborto

El derecho al aborto
Parte de este material está basado sobre el artículo de Marta Vassallo en Le Monde Diplomatique.
Recuerdo que los antiabortistas difundían la filmación de un feto al cual se le acercaba un estilete asesino para matarlo y entonces el feto hacía un movimiento de rechazo como tratando de salvarse de la mano criminal que quería acabar con su vida que aún no conocía la luz del sol.
Impactante, tan impactante como falso. El estilete era en realidad una aguja para toma de material amniótico que produce ondas en el líquido generando los movimientos de “rechazo” del feto. En cuanto a éste, se trataba de un feto de 6 o 7 meses y no de un embrión de 12 semanas que es el límite tope para justificar un aborto.
El resto de la campaña es una sarta de falsedades y los slogan más difundidos hablan de la cultura de la muerte y la exhibición de material gráfico espeluznante como el mencionado.
Los antiabortistas tienen dos respaldos totalmente independientes y absolutamente antagónicos, pero que coinciden en el objetivo final: impedir la legalización del aborto. Estos dos respaldos son: la iglesia y las organizaciones de aborto clandestino. La primera no lo hace por razones éticas, ni doctrinales, ni teológicas, ni morales, son razones de poder y de exhibición de poder. Agreguemos a esto una fuerte misoginia que esta institución arrastra desde sus orígenes, considerando a la mujer en un plano inferior al hombre.
En cuanto a las organizaciones de aborto clandestino lo hacen porque de legalizarse el aborto peligraría la multimillonaria suma que ingresa a sus arcas, ya que son alrededor de 600.000 los abortos anuales en Argentina y de ellos el 95% es ilegal.
Un problema de salud pública
Se calcula que entre 1984 y 2008 murieron 2578 mujeres por complicaciones debidas a abortos sépticos, la mayoría pertenecían a sectores humildes que recurren a curanderas, parteras y servicios clandestinos totalmente precarios desde el punto de vista de la asepsia y los elementos disponibles.
Las mujeres pudientes, católicas y no católicas, recurren para abortar a centros clandestinos de mejor infraestructura, pero aún así, pagan una cuota de mortalidad importante por tratarse de instituciones no autorizadas. En Argentina, la mortalidad materna global es de 40 cada 100.000 embarazos. Esta tasa, que está lejos de ser aceptable, se puede bajar en un porcentaje si todas las mujeres tuvieran acceso a cuidados adecuados durante el embarazo, pero hay un piso que no se puede alcanzar mientras no esté reglamentado el derecho al aborto. Los países del primer mundo que tienen legalizado el aborto presentan cifras de mortalidad materna inferiores a los 10 casos por 100.000 embarazos.
La salud y la libertad de la mujer son derechos que no pueden ser interferidos por el dogma y es hora de que se imponga la racionalidad y la ciencia sobre las doctrinas religiosas.
Es totalmente respetable que una mujer de práctica religiosa sienta rechazo por el aborto, pero eso no da derecho a que la iglesia imponga esta restricción a todas las mujeres del país con las consecuencias nefastas ya conocidas. Existe una agrupación conocida como CDD (Católicas con Derecho a Decidir) que abogan por la mayor libertad de la mujer en la toma de decisiones, incluyendo el aborto.

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